Gloria Salbarrey sobre Palabra Líquida.

Poesía de Teresa Porzecanski Escritora múltiple Gloria Salbarrey CUANDO Palabra líquida llegó a las librerías en 2006, con su poesía exigente, contenida y racional, pudo considerarse un riesgo para Teresa Porzecanski, que ya tenía dos libros poéticos agotados y el prestigio de ser una narradora de historias emocionantes. Bajo ese título Porzecanski reúne poemas de Esta manzana roja (1972) e Intacto el corazón (1976) y otros inéditos. El título alude a una poesía que fluye en constante transformación, tal como ella siente el cuerpo femenino. Una poesía distinta de los pasajes que pueden extrapolarse de sus relatos, llenos de fantasía, moldeados con esa modalidad de esculpir el lenguaje que puede representarse en la ceramista del cuento "Construcciones". obra polifacética. Trabajadora social, docente, antropóloga, poeta, novelista, periodista, Porzecanski es ante todo investigadora. La misma curiosidad y la reflexión rigurosa que anima sus trabajos académicos y periodísticos se ve en sus narraciones. Desde el comienzo, amparada en un personaje de La invención de los soles (1981) -una docente que se pregunta "cómo aparentar que la realidad que enseño es la única que existe"- desconfía de las verdades únicas y verificables. En las novelas Perfumes de Cartago (1994), La piel del alma (1996) y Felicidades fugaces (2002) la indagación se centra en las identidades minoritarias, judía y africana, y en otras manifestaciones sociales del "mosaico integrado" que fue el Uruguay de los `50. Según dice, ha ensayado la antropología y el decir poético para averiguar cómo ha evolucionado el ser humano y "para investigar las personas, las cosas y las emociones": "Escribo tontamente/ disparándome a ciegas,/ alocada, demente,/ sin pensarme o mirarme,/ sin ganas de gozar/ o llorar o fugarme./ Comienzo de repente,/ investigando enferma / una pista maltrecha/ de un ovillo incipiente". Ni tonta ni ciega, ella sabe que los personajes de ficción, la poeta, la socióloga y la antropóloga han ido forjando discursos propios. lectura biográfica o cronológica. Fechar los poemas y asociarlos a anécdotas biográficas e históricas sería desplazar la atención desde los versos hacia la persona que escribe, en este caso una mujer reservada. A la hora de hablar de su vida, Porzecanski apenas rememora los orígenes paternos en Letonia y maternos en Siria, el ascenso social de inmigrantes judíos de clase media, su propia formación en la enseñanza pública y su trayectoria profesional. En algunas entrevistas ha reconocido que sus novelas transfiguran episodios autobiográficos apartándose de la reproducción realista. También ha recordado los poemas enviados a los doce años a un poeta y crítico del diario El Plata quien la alentó "con una carta maravillosa". Era entonces una niña callada y observadora, que hablaba con palabras difíciles, que llevaba un diario íntimo, más o menos clandestino, y cumplía con los aprendizajes asignados a las hijas: una carrera útil, idiomas, piano y pintura, porque quería ser pintora. Tal vez fue determinante que derivara de una "profesión femenina", el servicio social, al mundo laboral e intelectual de los hombres, apartándose de las rutinas de las antepasadas iletradas que habitan sus relatos. En la cocina donde reinaba una madre lejana, ella sólo pudo aprender a preparar minutas. Esa relación filial, a la que volverá en la novela Su pequeña eternidad, le inspira un único poema: "Tengo ganas de verte, (…) me dirás esta vida,/ sucia tienes la lámpara". lectura judía. La estirpe es "un mandato antiguo/ y compulsivo" para quien se siente un eslabón insignificante en la cadena milenaria de humanos, judíos y uruguayos. En sus relatos, los sueños, los rezos, las costumbres y las tragedias de la diáspora suelen evocar a los implacables ancestros, hombres y mujeres. En cambio en los poemas que hablan de la identidad se dirige a los hombres. En la sección Pequeñas conversaciones con Dios, bajo el subtítulo Judía, cuatro poemas desgarrados expresan la "incapacidad de redimir/ con escritura/ la herida universal/ de Job". La emoción íntima y un tono bíblico, profético, se encaminan hacia los asuntos filosóficos que impregnan el poemario. lecturas femeninas. Los enfoques atentos al género son fecundos aun cuando generalicen demasiado. Desde Australia la uruguaya Estela Valverde ha diseñado un recorrido femenino a través de la narrativa de Porzecanski. Sugestivo y polémico, propone una lectura de conjunto y recoge tres entrevistas en las que la autora confirma algunas conjeturas y relativiza otras. Cercana a las pensadoras francesas Hélène Cixous, Luce Irigaray y Julia Kristeva, plantea la hipótesis de una escritura poética, que también pueden producir los hombres, y que ella llama "eroscéntrica" para subrayar la indagación del amor cósmico con el cual la mujer está relacionada a través de los ritmos vitales de su propia biología. Se trataría de una creación no racional, intuitiva y emocional, opuesta al saber logofalocéntrico, que la autora define en Una novela erótica, pese a que para ella escribir también implica razonar los sentimientos. Al traer a la mujer "desde la periferia al centro", como "guardiana de la tradición y de la procreación", las ficciones de Porzecanski representan una variedad de experiencias mediante los mitos, los símbolos, la fantasía, lo onírico o lo sobrenatural. Ángela, la virgen negra de Perfumes de Cartago, preñada en sueños por Gardel, es tan convincente como la lámpara mágica de La piel del alma con la cual Ubaldino provoca el triunfo de Maracaná. La sátira del deporte machista celebra además que todas las personas esconden "una rara maravilla" a la espera de "una oculta conexión con la grandeza". Otras declaraciones no dejan lugar a dudas: "soy como un observador no sexuado que puede configurar en la escritura esos mitos de la fecundidad, la fertilidad, la procreación (…) También puedo ver cómo funciona lo masculino". El sujeto poético femenino no se parece a las heroínas de sus novelas. Mientras construye la independencia y la soledad en un mundo doméstico que le parece rutinario y distante de los sueños, es consciente de las metamorfosis. Unas veces "pletórica,/subterránea, terráquea,/ facsímil de odalisca" y otras "robot que bien funciona" o el "armazón de hierro de mi carne", que puede fantasear con Adam o con un Príncipe azul semejante al padre de Felicidades fugaces que guía a la niña en la memoria del paladar, del aroma y la textura. Pero esa sensualidad desatada y gozosa casi no aparece en los poemas donde el querer tiene poco o "nada romántico" y mucha franqueza, ácida o tierna, pero auténtica. lectura íntima. Es la que deja oír al verso hablando al oído con "palabras lujuriosas" que atraviesan el tumulto y llegan a la transparencia en un diálogo múltiple con uno mismo y con los otros. Porzecanski deja atrás los atajos herméticos, psicológicos y filosóficos, y canta los misterios de la fugacidad humana y los ciclos vitales sin más artificio que el saber y los símbolos milenarios perdurando en el habla cotidiana. PALABRA LÍQUIDA, de Teresa Porzecanski. Ático Ediciones. 2006, Montevideo. 117 págs. PERFUMES LETALES Y BANQUETES ERÓTICOS: los mundos de Teresa Porzecanski, de Estela Valverde. Linardi y Risso. Montevideo. 2005. 198 págs.

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