Margarita Saul Cohen!!!
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El Rol de lo Ancestral Familiar y el Proceso Inmigratorio
en dos novelas de Teresa Porzecanski.
Dr. Senkman, Leonardo
29825 - מודרניזציה והגירה באמריקה הלטינית.
Har Ha Zofim University,
2010 Jerusalem
Margarita Saúl
i.d.: 322034943
050-4232666
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Dos novelas de Teresa Porzekanski tratan de la memoria colectiva de familias
inmigrantes al Uruguay durante el período que va desde el comienzo de siglo XX hasta el
1930. Cómo el pasado común familiar afecta la formación de una nueva identidad
nacional en familias judías-sirias. Las diferentes filosofías existentes con respecto a los
antepasados comprenden diferentes creencias biológicas y religiosas, así lo dicen Astuti
& Harris en su estudio de los Vezo de Madagascar. Éstos comprenden plenamente las
consecuencias biológicas de la muerte, pero sus prácticas y comportamientos permiten
observar también la persistente presencia del concepto de la vida más allá de la muerte
pero en la vida diaria de la familia. Así es que se da la coexistencia entre lo natural y lo
místico (2008, 714, 715). La relación con las personas de su pasado y las creencias y
prácticas rituales alrededor de éstos, son todos aspectos pertinentes al estudio de las
novelas de Porzecanski.
Teresa Porzecanski aporta a la literatura judía uruguaya, articulando por primera vez, a
la par de Rosa Nissan en Méjico, la perspectiva de una mujer perteneciente a una familia
de la minoría étnica judía inmigrante en Latinoamérica. En Perfumes de Cartago
(Porzecanski, 1994), Felicidades Fugaces (Porzecanski, 2002), pueden encontrarse
numerosos ejemplos que indican la presencia de generaciones pasadas y de elementos
totémicos, el bagaje étnico de los personajes inmigrantes judíos orientales. El pasado
juega un rol en el proceso de inmigración. En el proceso de cambios a través del cual se
construye una nueva identidad ¿cuál es este rol? Es un algo que simultáneamente se
busca y se intenta evitar, algo que continua y puede interrumpirse, que falta y pesa.
Palmira, la pareja del padre viudo de Celestita, en la segunda novela, Felicidades
Fugaces, le dice a ésta: "Desgraciado quien no tiene raíces ... se trata de alguien que no puede
entender al mundo ni a sí mismo. ...yo que fui huérfana y pobre desde el nacimiento, que no conocí a
madre ni a padre...yo se bien lo que te estoy diciendo, Celestita. El que no tiene ancestros es como el
que no tiene ojos, como quien no puede verse ni mirarse, y el que no puede verse, no se conoce y no
pertenece a nada ni a nadie. Quien no se ve a si mismo, Celestita, tampoco puede entregarse a nada”
F. F., 2002, 83, 84). El no tener raíces, es no ser. Celestita parecería no tener, según el texto,
un problema específico relacionado conscientemente con su pasado. Pero a juzgar por
las palabras de Palmira y lo que le pasa a su padre, se deja en evidencia su carencia al
respecto.
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Uruguay abrió sus puertas a inmigrantes en las primeras tres décadas del siglo XX.
Inmigrantes judíos del Cercano Oriente ingresan al país luego de la primera guerra
mundial, y a lo largo de la década de 1920. Poco se sabe en el Uruguay de los inmigrantes
en general, ya que sólo se registraba el país de procedencia y no su identidad nacionalcultural.
Pero fue sobre el legado inmigratorio que se edificó el ser, la identidad colectiva
general del uruguayo. Se esperaba de ellos que fueran europeos, que trajeran la cultura
moderna europea. Se esperaba que vinieran a sumarse a la raza blanca, a reforzarla y
mejorarla. Pero los inmigrantes no vinieron sólo de Europa sino también del Medio
Oriente, se les llamaba a todos estos turcos, porque su pasaporte era del Imperio
Otomano. Explica Raicher que la organización de la comunidad ashkenazí1 era diferente a
la sefaradí2. En la comunidad sefaradí no estaban representados los grupos de origen.
Debido a la semejanza del idioma español antiguo y castellano se integraron más
rápidamente al país. Su comunidad contaba con un número de uruguayos nativos. Por
otro lado, los provenientes de Siria, Eretz Israel y Marruecos eran pocos como para
organizarse por separado (Raicher, 2003, 80, 81). Luego de la creación del Estado de
Israel, éstos se unieron con la comunidad sefaradí al anularse su identidad árabe.
Podemos concluir que los términos árabe y judío como dos grupos étnicos paralelos y
opuestos, proviene de la dicotomía creada por el conflicto del medio oriente, que divide a
los inmigrantes y sus descendientes según sus supuestas lealtades políticas. Los judíos
oriundos del Oriente Medio, no se consideraban árabes, pero al mismo tiempo, no tenían
el mismo origen étnico que sus correligionarios de Europa Central y Oriental. Estos judíos
árabes, sin embargo, tenían otra visión de su identidad particular, así como de las
divisiones que las separaban de otros grupos… sus instituciones comunitarias
comenzaron a incluir la palabra sefaradí en su nombre y reglamentos, aún cuando se
tratara de judíos de habla árabe. En 1932, durante la presidencia de Terra, se promulgó la
"La Ley de Indeseables" que se aplicaba a mendigos y enfermos. Sin embargo, su
aplicación cada vez más rígida, disminuyó la inmigración en general, y la judía en
particular (Raicher, 2003, 1,16, 45,46). En un Montevideo en formación, el Otro, el que
viene de afuera, el no nacido en el país, no era ni bien visto ni bien recibido.
Grupo de origen de los judíos de ashkenaz, en el Rhineland, en el sur de Alsacia, desde Alemania hasta el 1
río Rinn, de las comunidades medioevales judías en Alemania. Judíos ashkenazies son literalmente, judíos
alemanes. Aunque por cambios de frontera históricos y desplazamientos inmigratorios, también incluyen hoy
en día Polonia, Rusia y otros.
Sefarad significa España en hebreo. Como grupo de origen son los descendientes de los judíos de la 2
Península Ibérica, antes de la expulsión en 1492.
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El ser inmigrante, afecta la vida de los personajes en varias novelas. Perfumes de Cartago
comienza con el desfile de las llamadas, en el carnaval se toca candombe y Lunita
escucha desde su oficina céntrica. Memorias imposibles de tías desconocidas, de
costumbres y raíces muy extrañas a la nación uruguaya permanecen acalladas en su
interior, y obstaculizan su adaptación. Hay en ella sensaciones y recuerdos que sólo
encuentran eco en los integrantes de la familia Berro-Mualdeb, y la casa donde un día
habitaron todos juntos. Sus abuelos Nazira, y José Sus, pareja originaria, es casi adámica
por haber tomado la decisión de emigrar a Uruguay, algo que fue determinante en la vida
de sus predecesores. Estos tienen cuatro hijas; Esterina, Lidia, Jasibe y Camila. Las dos
primeras tienen a su vez hijas pequeñas; Lunita y Alcira. Los personajes femeninos viven
todas juntas en la misma casa, junto con Jeremías Berro, esposo de Jasibe. Él es el dueño
de la fábrica de perfume que le da nombre al libro, es el único hombre de la familia que
protege un precioso baluarte familiar. Fabrica perfumes, “...algo muy arcaico que había
heredado por cordón umbilical... ” (P. de C., 1994, 9, 23). El carnaval, como el fabricar
perfumes, es un ritual que viene de un pasado lejano, y que para la colectividad afrouruguaya
representa el contacto o vuelta a las raíces africanas. La descendencia enlaza el
presente y el pasado, pero en el presente el pasado pierde su magia (Sarzi & Tatiana,
2010, 76). Cuando las cosas están son banales, pero cuando se van y se terminan de
pronto "las personas pueden volverse acaso de una rara perfección" (F.F. 2002, 15). El
carnaval, provoca en ella cierta inseguridad con respecto a sus raíces de Aleppo.
Compara su presente en Montevideo (prosaico y carente de delirio) y las ciudades míticas
de su bagaje étnico (idealizadas). Parecía que “todo aquel esplendor de oriente caía en la
cloaca del vértigo”. Rechaza el carnaval como “hechos crudos despojados de amor” que le
causan insatisfacción (P. de C., 1994, 8). En su historia se ven indicios de discontinuidad,
ruptura y pérdida. La conexión al pasado a través de su abuela Nazira, no es armoniosa.
Lunita, de cuarenta y cuatro años de edad, llegó a Montevideo en los brazos de su madre
Esterina. Siente un sentido de extrañeza, y una gran melancolía.
Felicidades Fugaces, es de las dos, la menos exótica. Describe la problemática desde el
lado del padre de Celestita, oriundo de Besarabia (lugar histórico entre Ucrania y
Rumania), ashkenazí, y que llega como Lunita con sus padres. La novela guarda la
apariencia de ser más europea, pero al ser leída con detenimiento, se abre y salen a la luz
secretos, como de un ropero. El padre de Celestita es un maestro de la discontinuidad.
Tanto él como Lunita crecieron de la muy pequeña raíz que para ambas lograron sus
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padres. No nacieron en Uruguay, por eso no pueden llamarse de segunda generación. Él
llegó al Uruguay a la edad de tres años. Se le abre un abanico de posibilidades
existenciales y leves, preguntas como: ¿si no hubiera sido esto, qué hubiera podido ser
entonces? El concepto de identidad absoluta y completa se fisura, y los sueños juegan un
papel aquí. Tienen la doble función de romper la continuidad de la tradición, y al mismo
tiempo ayudar cuando se presentan las rupturas de la vida, lo que él llama naufragios.
Está la necesidad de sortear dos costas de un océano, el que cruzó con sus padres cuando
era sólo un niño, y ahora se le hizo interno. Él no ve otra cosa que su sueño de ser
cantante, la ascensión social a través del arte. Dice Valverde, el viaje es vida, y el
quedarse es la asfixia.
Samamé, en su elección de cinco novelas chilenas, ofrece un acercamiento al problema
de identidad y alteridad en la narrativa árabe cristiana y de cómo se ha producido una
pérdida de sus rasgos identitarios ancestrales. Anuncia que los inmigrantes de Siria y El
Líbano poseían una identidad cultural definida, eran cristianos de rito ortodoxo y de
tradiciones y costumbres de desde hace mucho tiempo. El proceso de vinculación a la
cultura receptora chilena implica permanencia, pérdida, pena, duelo y desarraigo de la
cultura precedente. Igualmente, en las novelas seleccionadas por Samamé, este proceso
implica permanencia, pérdida o desarraigo de la cultura precedente, es decir la árabe, y
vinculación a la cultura receptora, la chilena. Concluye que se produce una integración
plena que ha contribuido al desarrollo de la nación chilena (Samamé, 2003, 51, 54). Es
justamente por esos rasgos identitarios que el otro grupo- los chilenos "les negaran el
valor humano, … los marginara e incluso, … los persiguiera". Ejemplifica esto en las
novelas que sugiere; en Memorias de un Emigrante de Chuaqui Benedicto, imperan la
nostalgia, la memoria y la añoranza. El deseo de recuperar un pasado retornando a Siria y
recorriendo lugares lejanos casi desaparecidos, y confirmando al fin su pertenencia a
ambos, a Chile, a la vez que a la cultura ancestral árabe. Los Turcos de Sarah Robert, está
envuelta en una atmósfera de desarraigo y añoranza de una clase social marginada que
se enfrenta a prejuicios y discriminación. El Viajero de la Alfombra Mágica de Garib
Walter, es la historia de una familia que contiene fracturas témporo-espaciales. Bachir y
su familia abjuran de sus ancestros, lo que los lleva a la alienación, la invención de un
pasado medieval europeo y a un problema de identidad criticado en la novela. (Samamé,
2003, 68). Peregrino de los Ojos Brillantes de Hales Jaime, se desarrolla desde una
dimensión mágica y misteriosa. y Nahíma de Chahín Edith, es un homenaje a su madre,
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educada en la tradición y costumbres ancestrales que padece con dolor la pérdida
irremediable de la identidad que la diferenciaba. La autora busca perpetuar valores y dar
testimonio de una vida ejemplar. La primera parte sucede en Siria, algo significativo por
que es el lado del origen del ser inmigrante. Es así que la inmigración es una ruptura en la
continuidad y la preservación de las raíces identitarias milenarias árabes (Samamé, 2003,
51, 54-56, 58-62). No ejemplificaré a través de las películas que utiliza Tal, porque su
contexto atañe a fenómenos contemporáneos, como lo es el transnacionalismo. Pero “las
películas se concentran en el mundo imaginario de las identidades étnicas construyendo
una imagen del pasado” (Tal, 2008, 418, 420, 436). Es esto, a pesar del pasaje del tiempo,
relevante. La formación de una imagen creativa que se superpone a la memoria. En las
novelas chilenas también se encuentran ejemplos de conexiones con el pasado. Tanto
Tal como Samamé y Porzecanski tocan este tema de la inmigración y su proceso.
Las novelas contienen puntos de convergencia, por ejemplo, la historia de Aziz, en El
Viajero de la Alfombra Mágica de Garib, es la historia de una familia aristocrática árabechilena.
Aziz es el ancestro que emigra a Chile, sueña un imperio, y lo construye. Este
imperio, es perdido luego por sus herederos y por saqueadores chilenos. Se repite la
historia en su totalidad desde el comienzo, a través de la cual los descendientes de Aziz,
vuelven a soñar ese imperio, trabajan nuevamente de buhoneros para conseguirlo, como
lo hizo Aziz, y así construyen el mismo imperio antes perdido. Es comparable esto con la
novela de Porzekanski, Felicidades Fugaces, por que se trata de un naufragio económico,
que no hunde a un inmigrante árabe, sino que lo impulsa a buscar la otra costa. El padre
de Celestita dice que son los sueños que impulsan a "esa locura y (a) la incertidumbre y (al)
derroche que lleva a las personas a quemar sus propias naves y a reflotar a partir de sus
restos en otras aguas" (F.F., 2002, 16). Cuando los descendientes de Aziz ascienden de
clase social, a través de ellos lo hace Aziz nuevamente (Samamé, 2003, 60). Esto tiene
resonancia en lo que dice la misma Celestita sobre las personas; que "esconden una
extraña maravilla… detrás de cada rostro hay otros, seres dormidos, ignotos, esperando por
su oportunidad para emerger… y celebrar…una oculta conexión con la grandeza" (F.F.,
2002, 17). Y se aplica a ella misma cuando ella se hace, a la manera de una médium,
portadora de la voz. Justo ella, que no tiene raíces, permite la continuación de un ser
incorpóreo que trae material de la memoria, desde el pasado a ese momento. Como en
una sesión de espiritismo, Celestita se transforma en portadora de una voz pasada,
cambia de forma. Una de tantas metamorfosis en la novela; un individuo pasa a ser un
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vehículo del pasado. Y todo gracias a las hermanas Perotti, que la emplean como lectora
de sus libros. Son ellas las que escuchan la voz que canaliza Celestita, y en su vejez, las
calma leer sobre los orígenes y la geografía de la Tierra. Cumplen un rol heroico porque
han sabido trabajar con sus memorias y sobrevivir el proceso inmigratorio (P. de C., 2004,
25). En el caso del padre de Celestita, las rupturas de la vida, la migración y la viudez son
contrarrestadas con el sueño de ser cantante. El sueño repara rupturas anteriores y crea
rupturas presentes; deja a su hija con una buena mujer, Palmira y rehace su vida en otro
lado. Como no regresa pensamos que le fue bien, que su reflotar en otras aguas fue
exitoso. La primera novela, Perfumes de Cartago, proviene de lo materno. Similarmente
a Nahíma, el personaje de Chahín Edith, Nazira es una figura matriarcal que en el
momento de su muerte, es ya un ancestro. Representa lo ancestral paradigmático por
que posee en sí, los valores culturales pasados en línea continua de generación en
generación. En Perfumes de Cartago, las personas y cosas idas, perdidas están. Sólo el
recuerdo y la narración existen, por que esas cosas no podrán volver a ocurrir. “Y al final
Lunita sabe que se perdió ese mundo” 3 (Sarzi & Taiano, 2010, 75).
Ya en el siglo XVI Maimónides menciona los síntomas de la pérdida del país de origen;
palpitaciones, llantos, tics, temblores, y lamentos, y la única cura para esto es retornar al
enfermo al país de origen (Falicov, 2001, 1). Durante el 1500, si bien era un exilio
involuntario, de todas maneras, la desnaturalización que implica el alejamiento del país
de origen, en este caso de España, era tomada como tal, como no natural. Pero el
inmigrante del siglo XX es un enfermo voluntario, y esta voluntad contribuye a la
naturaleza indefinida de la pérdida de continuidad. Se mantiene sin embargo, a pesar de
lo ficticio, un illo tempore. Goldberg sitúa a la familia de Lunita, personaje principal en
Perfumes de Cartago, en la línea de continuidad entre Ur y su presente Montevideano. La
mítica Ur de Abram sustituye a Aleppo y a Damasco (1996, 141). Esto representa una
continuidad paradójica, hay una falta de continuidad a través de lo olvidado, lo negado y
lo creado. Es así que sucede la construcción de la identidad de los grupos étnicos; un
proceso de negociación permanente, un movimiento constante entre destrucción,
construcción y reconstrucción. Tal, por otro lado, propone que la materia prima es el
pasado étnico, utilizado en el proceso de construcción de narrativas e imágenes en
3 Fragmento extraído de la entrevista realizada por Mónica Flori intitulada “La narrativa de Teresa
Porzecanski- Una conversación con la escritora uruguaya”en Revista Espéculo, número 19. Disponible on
line en: http://www.ucm.es/info/especulo/numero19/porzacan.html
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función de los conflictos presentes. Éste influye sobre el presente debido a la tendencia
de grupos humanos a manifestar identificación a largo plazo con el pasado y los mitos
comunes (Tal, 2008, 420). Falicov describe la pérdida implícita en la inmigración como
ambigua, incompleta, y de duelo perpetuo. Es una pérdida confusa, parcial de la
identidad cultural que sucede al lograr el inmigrante, la integración al país que lo recibe.
Las pérdidas no son totalmente claras, irrevocables como la muerte, sino que todo se
encuentra con vida aunque ausente. Resalta que hay prácticas y comportamientos
inmigrantes, que asumen la función de rituales espontáneos y que ayudan a lidiar con las
pérdidas ambiguas, y a llenar ausencias. O sea, que la experiencia de la inmigración carga
intrínsicamente una ruptura que ocasiona una pérdida al romper la continuidad (Falicov,
2001, 2, 3). Esta última es un puente que repara la continuidad, algo que una los dos lados
del abismo entre el presente y el pasado. En las novelas puede observarse lo que pasa
con este hilo de continuidad en el tiempo, o a veces, su ausencia. Las raíces de la
identidad colectiva unen al país de origen con el nuevo país.
Falicov hace notar la importancia de los rituales como marcadores de transición, y su
falta específicamente en el proceso de migración. No hay estructura formal, no hay
rituales, pero sí, hay prácticas que tienen las cualidades que se asemejan a rituales, y
éstas sirven para lidiar con las pérdidas ambiguas creando puentes de presencia física y
psicológica que ayudan a llenar ausencias irreparables, y promueven continuidad en
medio del cambio. Son prácticas que crean efectos de continuidad y de identidad
familiar, y a la resiliencia en la transición de ésta. Veamos ahora estas prácticas y su
relevancia en las novelas. La práctica de conexión busca el contacto con personas en el
país de origen, por ejemplo, miembros de la familia, madres, padres o tíos. Las prácticas
de recreación transportan colectivamente el espacio cultural conocido, de manera que
“fingir estar en casa es mejor que no estar en casa para nada”. El relatar, el contar
historias, en lengua árabe por ejemplo, es una forma de práctica de la memoria. Hay
también rituales culturales tradicionales que preservan continuidad, identidad familiar
y vínculo comunitario. Las prácticas del ciclo de vida son las de los rituales de ritos de
pasaje; nacimientos, bautismos, casamientos. El hecho que los miembros de la familia se
encuentren lejos puede provocar rituales del ciclo de vida vacíos. Otro tipo de práctica es
la cotidiana, que abarca varios aspectos como las comidas familiares, las formas de
vestir, el aseo, las formas de saludo, el uso de nuevos productos y el mirar nuevos
programas de televisión. Los rituales religiosos, como la plegaria, son transportables.
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Falicov menciona atender a misa, ejemplo perfectamente transferible a la sinagoga. Los
rituales de salud física y folklórica son creencias sobre plantas medicinales por ejemplo
o ingredientes que persisten paralelamente a las prácticas médicas modernas. Muchos
problemas puede desatar la migración. Se da el caso de la migración involuntaria, es
decir, de persuasión, de precipitación, no de profunda convicción. Es decir, las voluntades
de los miembros de la familia se polarizan; un miembro de la pareja es persuadido por el
otro y se deja llevar sin haber tomado él/ella la decisión. Una emigración precipitada,
puede darse luego de una matanza. Éstos inmigrantes tendrán más dificultades de
adaptación que los que emigran por su voluntad, convencidos de que quieren emigrar.
Algo muy frecuentemente mencionado tanto en las novelas como en los casos
biográficos, de la misma manera en la ficción como en los testimonios, es el miedo que a
todos por igual provocaba el ser reclutados a la fuerza en la armada turca. Falicov crea
una práctica que consiste en que el paciente le da al terapeuta testimonio de su
experiencia inmigrante. Sufren una pérdida de control, tanto, que la experiencia puede
transformarse en pesadilla. Al agregar más y más detalles a medida que avanza en su
narración, adquiere control de la interpretación que antes no poseía. Otro problema es el
de las múltiples partidas y encuentros, durante los cuales la familia separada por la
emigración celebra rituales del re encuentro. Puede pasar que la práctica del ritual refleje
significados cambiantes y ambigüedades que expresan estilos de vida duales o híbridos.
Estos son situaciones de oscilación, caracterizadas por la exageración o falta de
equilibrio en el proceso de aprender a vivir con las pérdidas ambiguas. En una situación
así, no puede encontrarse la coherencia, ni darse sentido a los eventos de la vida, y
mantener una continuidad con la cultura original. El testimonio a través de la narración
puede ayudar a reparar casos de trauma, horror y desilusión, ataques de pánico,
sentimientos de culpa y de vergüenza (Falicov, 2001, 4, 6, 7).
Posibles soluciones pueden darse a través de rituales terapéuticos específicos. Creados y
propuestos por Falicov a través del trabajo con sus pacientes (Falicov, 2001, 5). Veamos
el caso de Lunita, en Perfumes de Cartago, que es de origen sirio-alepino y sonda
abismos internos culturales extremos. Se deja ver el problema de la desconexión con sus
raíces familiares y se percibe la presencia excesiva de un estado de sueño como nebulosa,
la preocupación excesiva con el pasado. Tiene un problema de desconexión con el país de
origen, Siria. La desconexión y la discontinuidad están desde el principio de la novela, en
un sentido físico y geográfico, como también en relación a lo temporal, y en relación al
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pasado. No queda nada ni nadie en Siria que le sea propio, por que Siria ahora, no es la de
entonces para el judío. No hay contacto real. Ve a Montevideo y a su entorno, pero está
separada de ellas. Las cosas son suyas, en el sentido de que están presentes, pero no son
sentidas así. Por alguna razón, Lunita no puede enunciar su propiedad sobre ellas,
(también esto puede extenderse a si misma). Es como si careciera de legitimidad para
reconocer lo que podría ser, simplemente ella, o legítimamente suyo. Se observa su
dificultad cuando piensa, “(estoy) encadenada a una afiliación que debió desaparecer” (P. de C.,
1994, 9). Solamente en dos ocasiones se dice Aleppo, pero es una palabra que nada
significa ni agrega para el que no conoce. Siria ni siquiera una vez se menciona. Sus no se
baja del barco, se niega por incapacidad, a pasar la experiencia inmigrante. Quedó preso
de aguas bíblicas, como míticas, conectadas en esencia a las del diluvio universal, que
traían memorias de aquel primer fin del mundo (P.de C., 1994, 31). Lo que es cierto es
que a su nieta Lunita, esta afiliación que él no pudo abandonar, la diferencia del resto de
los uruguayos no inmigrantes. Le desprende un suspiro silencioso, al acometerla “... una
sensación de pérdida de familiaridad y reconocimiento...” (P. de C., 1994, 8). Tanto en su
identidad uruguaya, como en lo étnico árabe, la herencia, el país de origen de su familia,
Aleppo, Siria, persiste una falta de conexión con su colectivo.
Más personajes en las novelas no están prontos para aceptar su entorno; la imagen es de
Jeremías Berro tomando ese camino para llegar a su tienda. Como en una especie de
limbo, también con respecto al presente en Montevideo, en la novela, sólo figura el
nombre de una esquina de esta ciudad, Pérez Castellano y Colón (P. de C., 1994, 17). Este
no deja de ser un detalle líquido, pasajero. Hay una desconexión aquí, con el presente
concreto y su nuevo espacio de Montevideo, como si caminara, pero sobre nubes, como
si el lugar por donde camina fuera irrelevante, absolutamente circunstancial. Como en un
espejo donde se ve la misma imagen pero revertida, en la novela de Chuaqui, sucede un
viaje de nostalgia y añoranza de vuelta a Siria. Lo pasado despierta más interés que lo
presente. Falicov menciona el precio de la integración; la pérdida de parte de la identidad
cultural, como lo son el desuso del idioma árabe, los matrimonios exogámicos, la
preferencia del credo católico, y el decrecimiento de agrupaciones culturales y sociales
árabes (Falicov, 2001, 54). Como en un juego, lo opuesto pasa en Nahima, que en su
intención no pierde la conexión con Siria. Se mantiene ligada a los valores de su familia,
nunca aprende el idioma, y es indiferente frente a todo lo que no sea sirio, o mejor dicho,
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desprecia. Esto le cuesta la discriminación por parte de algunos miembros de la sociedad
chilena (Samamé, 2003, 69).
Las comunidades étnicas recrean espacios étnicos y sociales. Falicov sugiere el ritual de
recreación a través del cual se encuentran el pasado con el presente, como en la casa, el
clan y barrios comerciales. Estos concentraron a las familias árabes que se
reconstituyeron en el país receptor luego de la separación en el país de origen. El espíritu
de clan fue un factor determinante en el proceso de adaptación. Éste le permitió la
capacidad de arriesgarse en situaciones económicas, el esfuerzo de sus miembros y el
anhelo de superación. En el texto de Perfume de Cartago se dejan ver los efectos de un
sentido de extrañeza causado por que colectivamente no se creo un espacio similar en
Montevideo, que valiera por Siria. Los personajes no se sienten en su casa en el país, y
complementando el tema del clan árabe, vemos que todos los personajes, usan la casa
como un refugio. Lunita esconde sus manos, siente que éstas son misteriosamente
crecidas “de escondida raíz”. Habían pertenecido a tías, a hermanas de sus tías, a sus
bisabuelas. La razón que Lunita tiene para esconder sus manos; “...habían construido
sustancias sagradas, inenarrables” (P. de C., 1994, 8). Estas sustancias que no son de la
sociedad montevideana, pesan, son inquietantes, no hay que mostrarlas. Lo exótico
mítico, las raíces son borradas y al mismo tiempo buscadas melancólicamente. Hay una
anulación colectiva de éstas, y una persistencia del anhelo individual hacia ellas. Hay aquí
un sentimiento de pérdida. Una sensación de distanciamiento es pasada de madre a hija.
Los personajes de ambas novelas sufren de la discontinuidad natural que atañe a la
inmigración, la interrupción de la línea entre el pasado y el presente. La belleza está en
que cada inmigrante uno pasará el proceso de acostumbramiento del inmigrante a su
manera única, según su etnia, naturaleza y experiencias. También Lunita está enfrentada
a un sentido de extrañeza, con respecto a su bagaje familiar étnico interno, y también
con respecto a la sociedad en lo exterior. No puede recordar. Y ella no es la única que se
siente extraña frente al colectivo uruguayo. También Esterina, su madre, al salir con ella
en brazos de la oficina del abogado, se preguntó “¿qué era ese raro país en que las cosas se
conseguían a cambio de favores personales?”. Jeremías Berro es otro confundido; se
amarga con la situación del gobierno, el intento subversivo de individuos o de pequeños
grupos, dice “Este es un país extraño. Lo que parecería una cosa inminente, desatada
legítimamente por necesidad de justicia, queda estancada por profunda indiferencia de la
mayoría” (P. de C., 1994, 28, 52).
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La casa constituye el refugio de los sueños y la posibilidad de paz. En Perfumes de
Cartago, ésta ocupa un lugar central. Es un retorno psicológico un ritual de duelo y de
renacimiento, que ayuda a restablecer los lazos con la tierra perdida. Como por magia,
Lunita encuentra la llave de la primera casa de la familia en su bolsillo. Gracias a esta, es
que Lunita tendrá acceso a las raíces familiares, a sus antepasados y su interrumpida y
laberíntica historia. Ésta no es la llave de Nem Ankh que Sarzi & Taiano creen representa
la llave de la vida eterna (2010, 78). En la memoria sefaradí, la llave es una llave concreta e
histórica, cuya mención automáticamente retrotrae a Toledo y a la expulsión de sus
judíos en 1942. Éstos se llevaron con ellos la llave de su casa, y pasaron esta llave de los
ancestros de generación en generación. Aún hoy puede esa llave abrir la puerta de la casa
que en el pasado habitaron sus ancestros españoles. Scott ve que “la casa mantiene a las
protagonistas (de Perfumes de Cartago); dedicadas a los quehaceres hogareños y aisladas
del resto de la sociedad uruguaya, marginadas”. Para las mujeres, es el espacio donde
criaron con amor a sus hijos. Pero al mismo tiempo, también les recuerda que por mucho
tiempo fueron prisioneras allí (Scott, 1998, 390-1). En Perfumes de Cartago se percibe la
dificultad de formar matrimonio con hombres dentro de su grupo étnico. Hay un caso de
endogamia; Camila, de la cual se hacen alusiones a un leve retardo, queda embarazada
(P. de C., 1994, 85), y se dice que es de una sospechosa serpiente, o Jeremías Berro. Todo
esto pasa dentro de la casa. Se ve el precio que tiene la idea de Falicov; "es mejor fingir
estar en casa que no estar en casa para nada". Hay un descenso, y dificultad para recrear
el espacio que pueda nutrir los mismos valores de los ancestros José Sus y Nazira. La falta
de contacto con las redes sociales étnicas y espacios culturales, se relacionan con
depresión en las mujeres y violencia en los hombres (Falicov, 2001, 3). Pero de todas
maneras, “convirtieron sus hogares en baluartes de sus tótem ancestrales”, conservaron
relatos fantásticos y artes culinarias y protegieron los baluartes, porque como lo dice
Valverde, “los marcadores étnicos más privados están exentos de la presión social
exterior y son más propicios a sobrevivir a través de las generaciones" (Valverde, 2006,
337).
El trabajo con la memoria en si, es reconstruir interpretativamente una realidad
histórico-social (Samamé, 2003, 58). Porzecanski destaca la huella del pasado en la
memoria familiar colectiva de las minorías judío-siria, ladino parlante, e inclusive, la
askenazí. Se ve el caso de familias inmigrantes y el rol que ésta juega en el proceso de
creación de una nueva identidad en el país que los acogió, Uruguay, Montevideo. Hay
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que construir una nueva jerarquía de memorias preponderantes, y esto implica olvidar a
Siria, dejar de ser árabes. Este olvido se manifiesta tanto en Nazira, su esposo José Sus y
su hija Lidia, en una extraña enfermedad del sueño. Luego de cuarenta y cinco días de
inquieto oleaje, José Sus muere en el barco con una sonrisa en los labios, en el momento
en que debió desembarcar; es un misterio. Falicov habla de una ausencia psicológica a
pesar de la presencia física, un aislamiento emocional del padre o la madre por estrés
(Falicov, 2001, 2). Sus sufre de este estado, y en él es paradigmático, Pero Nazira
también se introduce en "un sueño" del que no sale ya más. Esto es más comprensible
por que es la hora de su muerte. Juntos son una pareja edénica que nunca es
cuestionada, y por eso, ellos parecen pertenecer a otra categoría de personaje, pasados
aunque presentes en el tiempo de la novela. En Perfumes de Cartago el presente se
evapora frente a la aparente solidez de la memoria construida sin éxito. La pérdida de la
memoria, continuidad y raíces en el tiempo, se presenta como un síndrome de la
inmigración; un estado de adormecimiento paradójico. Todos los personajes a su
manera, van detrás de un pasado onírico, persiguen raíces antiguas, y sufren de la
enfermedad del sueño. Y la ciudad de origen, Aleppo, no está en ninguno. No pueden
recordar lo que han aceptado olvidar. La desconexión con Siria consiste en que ésta ha
sido "olvidada", y no queda claro el por qué de la emigración. No es hasta la página 21
que se menciona esta ciudad al pasar. Se dan entonces memorias falsas que llenan de
ficción lo que se busca olvidar, recuerdos no verdaderos como sueños, carentes de
continuidad entre el pasado y el hoy. Mundos que colectivamente hay que olvidar. Por
otro lado, en Memorias de un Inmigrante de Chuaqui, se expresa un profundo
sentimiento hacia Chile, se siente chileno ciento por ciento, pero simultáneamente, hay
un gran equilibrio entre sus orígenes y su presente; “Amando a mi tierra de la infancia,
teniendo muy adentro, fuerte y vivo, el sentimiento de mi raza y anhelando para Siria un
supremo bien de libertad y de dignidad…” (Samamé, 2003, 68). Vimos el caso de Nazira;
una cierta amnesia que despierta sueños intensos. En Los Turcos, pasa lo contrario,
Nahíma es para Chahína, su autora y pariente, un ancestro que está viva en el presente
de la novela, su infancia. Vive en Chile de la misma manera en que sus antecesores lo
hicieron en el país de origen. En El Viajero de la Alfombra Mágica, el tema del amor a los
ancestros perdura hasta que es rota en la tercera generación. Perdura de manera
sorpresiva y polarizada; Bachir y su familia abjuran de sus ancestros en pos de otra
posición social y aceptación en la sociedad chilena, cosa que la final no consiguen
(Samamé, 2003, 60, 68). Por otro lado, en Memorias de un Inmigrante de Chuaqui, se
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expresa un profundo sentimiento hacia Chile, se siente chileno ciento por ciento, pero
simultáneamente, hay un gran equilibrio entre sus orígenes y su presente; “Amando a mi
tierra de la infancia, teniendo muy adentro, fuerte y vivo, el sentimiento de mi raza y
anhelando para Siria un supremo bien de libertad y de dignidad…” (Samamé, 2003, 68).
Por otro lado, para Nazira y las hermanas Perotti, en las novelas de Porzecanski, las
ciudades de procedencia se mitifican sin que se mencione su nombre. Se dice "No habían
sido países sino mundos" (P. de C., 1994, 7). Goldberg dice que los mitos son confirmados,
su nostálgica idealización (Glodberg, 141). Hay entre las dos novelas de Porzecanski, un
total de tres ciudades fantásticas. Bazir es lejana, sustituye una ciudad que falta en la
memoria, una sin nombre. Los saltos entre Ur, el Paráiso Líquido, Bazir y Montevideo,
parecen imposibles de sondar. La inserción de lo fantástico irreal en el ya mencionado
relato es un subtema de los sueños. Dijimos que no se dice "Aleppo", pero todo el tiempo
se habla de Ur. Ur es Aleppo, Siria. Ésta suple la ausencia de este país, llena un vacío, un
silencio del lugar real, y también polémico de procedencia. Silencio elegido, surgido de
circunstancias alienantes de discriminación, de estar en el lado incorrecto de una guerra,
una versatilidad identitaria muy difícil de justificar. Debieron elegir un bando, y pagar
precios. Porque la identificación étnica de los judíos de Aleppo era integrativa y múltiple.
Tan múltiple como lo es la elección de Ur (de Caldea) como ciudad de orígen, que era la
ciudad de Abram, que no era judío, sino que todas las naciones lo identifican como su
padre.
Este tema de los ancestros tiene muchas ramas en Perfumes de Cartago. Los perfumes
proveen una oportunidad para un ritual de la memoria que conecta con los ancestros.
Estos facilitan memorias colectivas ancestrales donde se ven muertos familiares.
Jeremías Berro, a través de su fabricación de perfumes, es un provocador de sueños y de
locura. Es un mago que sabe que hay que efectuar un sortilegio para preparar provocar
sueños (P. de C., 1994, 71), es un provocador de drásticos cambios de conducta, de caos
también, en las relaciones humanas, al facilitar “un desprendimiento de la solemnidad, de las
maneras acartonadas, y una conexión inmediata y secreta con el trasfondo de la tierra”. El mago
es metáfora del inmigrante que se ayuda a sí mismo para congeniar dos mundos. Percibe
un desprendimiento, un no estar y un no vivir en el mundo que abandonó, mientras que sí
lo hace en el ahora de Montevideo. La inserción en el nuevo mundo es provocadora de
admiración, a su manera y gran éxito, usando los perfumes, Berro, llegado el momento,
15
se une a la lucha de los revolucionarios rebeldes en contra del gobierno (P. de C., 1994,
26). Inventa la bomba perfumada tóxica.
Falicov le da importancia a la práctica de la memoria como ritual. La solución se presenta
a través de un narrar, que lejos de ser algo meramente pintoresco, sirve para crear una
narrativa del pasado, investigar los posibles significados y opciones en los inevitables
cambios, y construir puentes de memorias para los hijos. La narrativa ocupa el lugar de
ritual de la memoria, es una manera de reconstruir (Falicov, 2001, 4). Se sugiere que sea
a través de historias que llenen los espacios vacíos: los grupos étnicos producen
narrativas híbridas, que no desafían la hegemonía, sino que dan sentido a la persistencia
de su diferencia cultural. Las novelas de emigración árabe constituyen un depósito de
memoria estética. En las novelas figura la memoria en diferentes niveles. Entre la
biografía de los autores y la ficción del pasado, se establece un diálogo. Hay memorias
ficticias, como las de Nazira, que nunca pudo haber estado en Ur sino en sueños, pero
también las hay reales. Como el recuerdo colectivo de la armada turca, mencionada en
varias de las novelas y común a árabes y judíos ciudadanos del Imperio Otomano. En
Perfumes de Cartago, el recuerdo de ésta, provee un punto clave del cambio de identidad
para Jeremías Berro, el esposo de Jasibe, que carga esta memoria en silencio. Los
motivos de su inmigración son especificados en el texto (P. de C., 1994, 51). Berro se
retrotrae al pasado pensando en como la milicia turca reclutó forzosamente a niños
judíos de 10 a 12 años, que se escondían en el horno aún caliente para no ser llevados, y
se sofocaban. En las novelas árabes-chilenas en que se menciona la armada turca, se lo
hace de la misma manera. Similarmente, en El Viajero de la Alfombra Mágica, Bachir
Magdalani "se negó a enrolarse en el ejército turco-otomano y se embarcó hacia
Sudamérica. En Nahíma, su esposo huye a Buenos Aires para evitar la persecución de la
armada turca, a la cual los jóvenes sirios debían presentarse (Samamé, 2003, 60, 63). Esta
pesadilla es un recuerdo en común que los árabes chilenos tienen con los judíos
orientales.
Lo que equilibra el olvido es relatar eventos de su pasado en su lengua materna con otros
inmigrantes. El relato per se es una práctica que toma el lugar de marcador étnico. Esta
actividad sirve para crear una narrativa del pasado y para dar significado a los cambios
inevitables. En Lunita se da el conflicto de tener que olvidar que ella debería ser algo que
ahora ya no puede ser, árabe. Por que colectivamente se ha tomado otro camino, un
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transplante en la comunidad judía sefaradí ladino parlante. La flexibilidad y capacidad
cosmopolita de los judíos árabes, es usada para sobrevivir una reinvención y redefinición
de su identidad a través de su parte judía solamente. Se elimina una identidad, de dos
que eran combatientes. Como si no bastara con las dificultades tradicionales del
inmigrante, la comunidad mizrají debe renunciar y elegir caminos. Sacrifica su
versatilidad, su pertenecer al mundo. Los puentes de memorias creados son importantes
para los hijos nacidos en el país de origen (4), se crea así el vínculo con el pasado lejano.
Lunita hace un ritual de memoria al escribir la novela que da vida a los personajes
ancestrales perdidos luego de una ruptura en la continuidad. Surgen en ella de manera
espontánea memorias imposibles, “de lugares radiantes que ahora no puedo recordar” (P. de
C., 1994, 7-9). La capacidad de Nazira ha pasado a ella, pero le llega completamente
vacía. Estas memorias no son suyas, sin embargo, de una manera que racionalmente
parecería imposible, están en ella. Como si fueran memorias genéticas, de la piel. De
todas maneras las recuerda, aunque sólo pueden ser de sus antepasados. Las memorias
se inscriben en los cuerpos, persisten cuando ya se creían, o deberían haber sido ya
disipadas. El lector es llevado a lugares legendarios donde el distanciamiento crea lo
maravilloso (Scott, 1998, 389, 390). Esto anula lo cotidiano maravilloso. El efecto que le
hacen estas memorias heredadas, es inquietante, “... escribo cartas a los espíritus. Lloro” (P.
de C., 1994, 9). Entonces, como testigo de esos cambios, y no siendo la memoria una
máquina de fotos que capte la realidad objetivamente, idealiza el mismo pasado que fue
presente en su infancia. Sus pensamientos son de un ser diferente a los demás, que debe,
en cierta medida, ocultarse. Aquí ya se perfila el tema futuro del ropero. Las memorias
del pasado sirio deben ser olvidadas y encerradas en el lugar de las memorias prohibidas.
Por eso es que Nazira, en sus sueños del Palacio Real de Ur, ve a una mujer con las
características de Shereezade. Esto es el imaginario árabe de los judío sirios de Aleppo y
Damásco, que en su funcionamiento gira en torno a Shereezade y Las 1001 Noches.
Nazira le pide un relato a una esclava que encuentra en un gran salón en sueños;
“Cuéntame una historia ... de esas que tu bien sabes contar”. (P. de C., 1994, 14). No se la llama
Shereezade a la esclava que Nazira encontró en sus sueños sobre Ur, ya que Shereezade
puede ser cualquier mujer de la cultura judeo-siria, y cuanto más posea sus
características, más lo será.
En cuestiones de inmigración se trata de sondear los abismos de las renuncias
identitarias y culturales. Las mujeres judías de la cultura Siria se dedicaban a crear sin el
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artificio del arte. Nazira ve lugares físicos imposibles que vienen a embrujarla, por que los
inmigrantes son acosados por sus ancestros, no pueden olvidar lo que puebla su zona
inconsciente, lo que guarda su memoria o sueño. La cuestión es pagar el precio de la
pérdida de su pasado, e incorporarse así, aunque de manera fragmentada, al nuevo
ambiente de la sociedad receptora. Similarmente, en Nahima, Chahín narra la historia de
una mujer, su madre. Una vida longeva como relato épico, aventuras, huidas, incidencias,
memorias fantásticas y recuerdos mágicos. Llena de dolor por ser testigo de la pérdida
irremediable de la identidad que la diferenciaba (Samamé, 2003, 62).
Los marcadores étnicos que Valverde menciona y que sobreviven las generaciones
(Valverde, 2006, 337), son lo que Falicov llama los rituales culturales cotidianos (Falicov,
2001, 4). Tomemos la clara presencia e importancia de las artes culinarias en la cocina
que visita Nazira en su sueño. En su lecho de muerte, en Ur, hay una gran cocina donde
los almíbares del damasco retrotraen a jardines milagrosos del comienzo del mundo, un
sabor que se había generado solamente en Ur. En esta ciudad ciertamente que habían
existido los milagros, y a un solo gesto del pensamiento, levantaban altos vuelos las
alfombras. Su nueva inserción en la sociedad montevideana está basado en el comer (P.
de C., 1994, 12, 13, 57). Jasibe cocina obsesivamente en Montevideo manjares de Ur. Hija
de Nazira, casada con el infiel Jeremías Berro, tiene un affaire con el contrabandista de
hijos secos y pasas. Lo erótico a través del baluarte étnico del comer, la liberan como
mujer, le dan a sus procesos personales y de inmigrante un tono pintoresco y muy
particular a ella, la acompaña y decora en su búsqueda de un lugar, por más chico que
sea, en Montevideo. Los rituales culturales les permite a los inmigrantes mantener sus
tradiciones, mientras negocian el precio de la integración en un país que apenas conocen,
y aceptarla como un hecho voluntario, no como algo que se impone desde afuera hacia
adentro. Aunque sólo parezcan ocuparse a cocinar. Es claramente la casa un refugio que
amortigua el cambio brusco al que los inmigrantes están sometidos, les compra tiempo
para poder pasar negociando con las vicisitudes de la vida inmigrante, como lo son
aprender el idioma, criar sus hijos, educarlos, casarlos.
En esta accidentada búsqueda de continuidad, el cementerio es escenario natural de
vivencias, siendo el lugar de los antepasados por excelencia. Nazira finge tener a sus
padres enterrados en el cementerio, y los “visita”, imagina que allí están aguardándola.
Tenemos aquí un ejemplo excelente de práctica de sanación del ciclo de vida
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(nacimientos, cumpleaños y ritos de pasaje). Pero esta mentira que ella se hace a si
misma, le sirve para “reconstruir momentos de una abrupta separación” (P. de C., 58). Son
las prácticas del ciclo de vida, que afirman el pasado de la familia y de su grupo étnico.
Puede pasar que las prácticas en sí continúan pero los significados originales se han
desdibujado. A éstas se le llaman vacías, pero, toda práctica presente es mejor que una
ausente. Las hermanas Perotti también buscaron algo en el cementerio; de manera
obsesiva buscan el tesoro familiar enterrado. Tantas expectativas ponen en esto, son
llevadas por impulsos que acompañan la búsqueda de un tesoro familiar, llegando a su
vez a su personal locura. Significativamente, el cofre, una vez hallado, contendrá sólo
unos guijarros (F.F., 2002, 178).
Hay un vacío perceptible en las acciones de los personajes. Por ejemplo, en el ámbito
religioso el colectivo ausente lleva a la oración solitaria. Tal es el caso de Alegre Carmona
que se encierra en un pequeño cuarto para rezar y hablar directamente con Dios. Es este
un ritual personal y privado dolorosamente individual que contrasta con los valores de
una religión profundamente colectiva. Carmona pide consejo al Rabino y permanece
quieto y cabizbajo, mirando fijamente su copa vacía entre las manos hasta que el rabino
termina de hablar. Es un fracaso frente al agnosticismo uruguayo, un ejemplo de religión
en crisis, o un ateísmo (P. de C., 1994, 18,93). Carmona pasa de un individualismo
religioso a la nada. Es uno de dos extremos, formar grupos cerrados endogámicos, o
abrirse excesivamente y asimilarse, romper la continuidad; “presionados por el mercado
laboral, dejaban sus costumbres y su idioma, y se casaban con mujeres rioplatenses”
(Valverde, 2006, 337). En el mejor de los casos, el inmigrante encuentra una nueva
comunidad con características parecidas, canciones de parecido negociable. La religión
es un tema que abarca lo masculino; les hace un refugio a aquellos que no entraban
dentro del grupo preferido por los planes inmigrantes uruguayos. Palmira, personaje
folklórico, experta en creencias populares, recibe la mala noticia de que los restos de sus
padres deben ser exhumados para dar lugar a otros, cosa que la conmueve mucho. Busca
apoyo en la matriarca Mai umbandista, figura que sabe todos los secretos del mundo, y
que le trae un mensaje de su antepasada de Angola; “... tu antepasada te protege y te dice...
que ella ya no es esos restos, que ella está viva y entera en otro lugar, en medio de luz infinita...Y que
no te angusties...”. Ella se siente reconfortada (F.F., 2002, 125, 127). Estamos aquí frente a
un ritual literario creado espontáneamente para ese momento específico desolador. Al
no haber continuidad, en la novela no falta alguien que la provea.
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Vemos que en el procesos de inmigración pueden suscitarse complicaciones, y no falta
en ninguna de las novelas ejemplo de lo que parecerían ser serias patologías que piden a
gritos lo que Falicov denomina rituales terapéuticos. Hay situaciones que vuelven la
pérdida ambigua intolerable, como las migraciones forzadas, que son sin preparación
adecuada. Puede darse el caso de transiciones traumáticas; el encuentro con el racismo y
un duro clasismo (Falicov, 2001, 6). El sueño que lleva a la muerte a José Sus en Perfumes
de Cartago, desde la ficción que es, puede estar representando una emigración
precipitada e involuntaria. En la terapia, a través de un ritual de preparación, la persona
revierte el tiempo y se prepara para la emigración, como si aún no hubiera inmigrado y
en el pasado hubiera tenido el tiempo para eso. Así se permite un control mayor y se
alcanza y se llega a una concesión interna con la realidad (Falicov, 2001, 6). En otro caso
puede darse que los miembros de la pareja y de la familia se polaricen en lo que respecta
a la experiencia de la inmigración; que uno quiera irse y el otro quedarse, que uno aprecie
y el otro critique los cambios. En el ritual de oscilación mencionado por Falicov, la familia
se polariza, los miembros de la familia y de la pareja en particular, se dividen y se asignan
polos opuestos. Uno quiere quedarse y el otro irse, uno idealiza el nuevo lugar y el otro lo
denigra, uno es optimista y el otro pesimista. Sus sufre una extraña muerte por que no
puede volver realidad lo soñado y al fin el sueño gana, y el sueño lo mata. Es sacado de su
elemento y no puede usar estrategias nuevas para adaptarse a él. En una pareja no
literaria, sino real, puede tratarse esto a través de ciertos ejercicios terapéuticos. Así
aumenta la empatía de cada uno por la posición del otro. Esta movilización suplanta al
clima de parálisis que crean las polarizaciones rígidas.
El testimonio a través de la narración puede ayudar en casos en el que el problema
identitario se transforma en una enfermedad o en algo deforme y monstruoso. Esto pasa
con el tema de la voz. Ésta es silenciosa porque más que de testimonios formales, se
trata en ambas novelas de Porzecanski, testimonios silenciosos, sofocados, que suceden
ternamente. Por ejemplos, la voz de Sherezade relata y es diosa creativa cuyos ojos eran
cavernas iluminadas, pupilas huecas que se adelantaban para tragarla, y su “voz resonaba
extrañamente en la sala del palacio con múltiples ecos” (P. de C., 1994, 14). Nótese, de un
palacio ficticio, no de un espacio real. Desde otro exilio llega la voz de Celestita, que al
leerle a las Perotti “se iba volviendo diferente a medida que avanzaba en la lectura” (F.F., 2002,
102). Esta voz es la voz ancestral. La voz de Celestita se transformaba, siendo esto un
fenómeno colectivo por que Clelia y Zulma Perotti también percibían la transformación
20
de su voz “con extasiada sorpresa”, por que la voz sonaba como si perteneciera a otra
persona, y como alguien que “hablaba de otros sitios, y leía el mundo con amorosa minucia. Era
la voz de otro, de otra, ... alguien que ninguna de nosotras se atrevía a nombrar (F.F., 2002, 103).
Las memorias se comportan como un genio de la lámpara, una fuerza impredecible que
tiene autonomía propia, que se oculta, y luego viene con fuerza, pero siempre a su
antojo. Esto se suma a la falta del control general del inmigrante, que lidia con un estado
interno de polarizados abismos.
Es aquí el momento de la deformación; el tema del ser anfibio ligado a la idea de
continuidad. Este caso de polarización (Falicov, 2001, 6) y oscilación sucede en
Felicidades Fugaces, pero no dentro de la pareja como destaca Falicov, sino dentro de
una misma persona, el inmigrante. Propongo que la metáfora del anfibio puede usarse
en un sentido general, en toda situación que contenga división identitaria. Por eso digo
que la colectividad judío-siria es anfibia, a pesar de que las circunstancias la obligaron a
vivir en un sólo elemento, olvidando una parte de sí misma, lo multiétnico, en una
situación sin solución. Sumado a esto, el inmigrante es también un anfibio, un hombre
entre dos mundos. Todos los personajes, no sólo las hermanas Perotti, son de una
manera u otra, habitantes de estas ciudades fantásticas. Esto indica a una incapacidad de
pertenecer a un solo mundo, un escape a otro elemento a través de la fantasía y los
sueños, una falta de adaptación al país. El anfibio es una deformación asentada en la
realidad, capta un cambio de identidad que debió darse en la comunidad alepina. Pero
por esta razón, Sus es completo en su esencia, no pasa por el fisurarse del inmigrante. No
es inmigrante, no tiene doble naturaleza. Pensemos en Nazira y José como pareja.
Esto es por que ha perdido control en la unificación de si misma. El problema identitario,
si no es entendido correctamente, se agrava, se interpreta inadecuadamente, y es
tomado como una enfermedad. Los personajes de Felicidades Fugaces son
repetidamente anfibios. Presentan divisiones en la identidad. En el texto, se insinúa que
las hermanas Perotti son sobrevivientes míticas de un Paraíso Líquido. Ellas se preguntan
que habría sucedido con aquel Edén, con las terrazas floridas y colgantes de Bablilonia
(F.F., 2002, 188). Más en lo patológico, Violeta Estrugo es también anfibio por guardar en
el ropero de su memoria imágenes imposibles y lejanas de padres europeos, quizás
simplemente personas imaginadas vinculadas a ella por asociación colectiva. Personas
que pasaron los horrores de la Segunda Guerra Mundial, pero que de una manera vaga o
21
muy reprimida, son sus ancestros. El tema de lo anfibio comienza a desarrollarse a través
de la historia del comienzo de los tiempos que cuenta la esclava Sherezade en Perfumes
de Cartago. Una historia de un mundo feroz, poblado de reptiles. Dios, (aquel que no se
nombra) instó a uno de esos reptiles, a dejar su vil forma... a volverse humano. Ahora
Violeta hace esa misma transformación, pero en dirección opuesta, en involución. Se
transforma en un reptil, “su piel ahora era la de un anfibio, cubierta por delicadas escamas
perladas” (F.F., 2002, 153). Pánico apagado. La razón de esta metamorfosis, la malsana
relación que tiene con el armario del pasado donde se organizan sus memorias. No es de
extrañar que Violeta niegue sus heredados recuerdos, ya que éstos son muy duras;
imágenes incompletas de casas vacías, cuyos habitantes sufrieron posibles secuestros
colectivos en segundas guerras mundiales. El ropero de Violeta es uno que esconde los
terrores de lo ancestral histórico, memorias que deben enterrarse (F. F., 2002, 56-59).
Violeta tiene el problema de una que ha querido olvidar su propia historia. El hoy es para
ella “una investidura no realmente congénita, ni constitutiva y que ... nos inventa...” (F.F., 2002,
35, 37, 39). Se continúan mencionando anfibios en el texto; por ejemplo, el pachulí, tiene
el efecto de inventar mundos “casi anfibios” donde las mujeres reptan (P. de C., 1994, 14,
72). Esta imagen es verdaderamente extraña, posiblemente mujeres castigadas. Otro
ejemplo es el de Clelia, una de las hermanas Perotti, que atribuye los paraísos reales, las
felicidades sólidas, a un lugar que se asemeja mucho al Paraíso Líquido, donde “habitan
anfibios de mentalidad lúcida y de humanidades pretéritas” (F.F., 2002, 179). Anfibios aparecen
en los sueños de Celestita, “aparecían rostros deformados- mitad personas, mitad lagartos- que
eran capaces de hablar y de gesticular. Aparecían máscaras con los ojos vacíos...” (F.F., 2002, 84).
Narra lo que posiblemente sea la transformación de humanos en reptiles. En el Paraíso
Líquido, los habitantes son sobrevivientes de un anterior Diluvio universal y desarrollaron
cuerpos anfibios para poder respirar y hacer de nuevo una civilización (F.F., 2002, 159).
Celestita en un insomnio imagina a las hermanas Perotti pertenecientes a una secta
secreta de sobrevivientes, a causa de su capacidad para la esperanza, la ilusión, la
imaginación, y todo a sus ochenta años de edad, además de el éxito de haber llevado
adelante vidas razonablemente normales, por haber resuelto problemas corrientes y
mundanos como lo es la la limpieza de los armarios (F.F., 2002, 180).
En Felicidades Fugaces hay una narrativa de la separación; el tema de las partidas y los
encuentros. El padre de Celestita que es viudo, se va, dejándola en manos de la mejor
22
madre sustituto posible para lidiar con la ausencia de raíces; Palmira. Él sufría una
condena, la de “atarse a un peñasco, a un tierra, la propia, y enraizarse, para descubrir luego
tardíamente que la cuerda comienza a acortarse y apretarse en torno al cuello, y provoca una rara
asfixia difícil de explicar” (F.F., 2002, 16). Durante las prácticas de la reunión, la familia
separada por la emigración se reencuentra y celebra. Las partidas y reencuentros crean
falta de claridad en los roles familiares. La novela comienza con los recuerdos que de su
padre tiene Celestita. Falicov menciona el caso real de una ausencia física a pesar de una
simultánea presencia psicológica. Él está ausente físicamente a pesar de que Celestita lo
tiene presente en lo psicológico. Falicov menciona casos no literarios en los cuales el
hombre se va y la mujer pasa a ser la jefa de la familia monoparental. La abuela puede
tomar el lugar de madre y trozos complejos de historia personal no pueden ser ya más
compartidos (Falicov, 2001, 1, 7). Todo esto le pasa también al personaje literario
Celestita. Su padre vuelve a ser joven de repente y se va detrás de un sueño, juega la
carta del arte, se hace cantante. Un día se marchó en pos de su sueño y las dejó a las dos
(F.F., 2002, 14, 16), llevándose sus raíces y con él, en cierta medida, las de su hija. Hay un
corte, una búsqueda aún de destino. A Celestita le falta conexión con lo heredado a
través del padre, un vacío que ella llena observando los problemas que los demás
personajes tienen con este tema, y hasta juega un rol en unirlos con su pasado. El viaje es
metáfora de vida, y el arraigo lo es de asfixia. Celestita es una joven que a pesar de lo que
le toca cargar, no es para nada propensa a la tragedia. El potencial de la melancolía está
ahí, en el caso de ausencia física y de una posible ida sin despedida, se prolonga la
continuación de la espera sin regreso y sin cierre. El personaje ficticio y el paciente real se
superponen. Durante prácticas del ciclo de vida; lo que puede ser un cumpleaños para
Celestita o la fecha de la ida de su padres, se sugiere la construcción de un altar privado
familiar que pueda facilitarle una conexión con él, como si hubiera muerto (Falicov, 2001,
7, 8). Palmira es huérfana de padre y madre y es aficionada a este tipo de prácticas.
Hacen un ritual de umbanda, ambas beben por los ancestros, y por la protección "de
todos aquellos muertos tan sabios” y celebran que están juntas…" (F.F., 2002, 119, 120).
Encuentran paz dónde antes no hubiera habido ninguna.
Falicov propone la narración como terapia a muchos problemas relacionados con la
inmigración, ya que esta puede unir los acontecimientos del pasado con los del presente,
sorteando ambos lados de un abismo entre tiempo y espacio (Falicov, 2001, 7). Las
novelas y los personajes son sin lugar a duda ficticios. Pero aunque los personajes no
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están sujetos a los mismos problemas que los inmigrantes que trató Falicov, puede
decirse que las novelas contienen micro testimonios, ficticios si, pero que no es
inverosímil que sucedan parcialmente en casos reales de inmigración. Los personajes de
las novelas de Porzecanski pasan, de una manera o de otra, por un proceso de formación
de identidad uruguaya. La profundidad de las novelas de Porzecanski y las estudiadas por
Samamé, se debe a que están muy presentes en ellas las vicisitudes a las que se
enfrentan los inmigrantes. Están expuestos a circunstancias personales y colectivas que
reinterpreta la experiencia de pérdida ambigua.
El tema de lo ancestral, metaforicamente, se abre y se cierra con una llave, que abre la
puerta de la casa donde vivieron las integrantes de la familia. En Felicidades Fugaces, el
objeto mágico es un manuscrito del espíritu Domínguez que es desperdigado por el
viento. Ambos objetos terminan en el mar del olvido. Pero de repente aparece otra copia
del manuscrito de Domínguez, ahora en manos de Celestita. Se rescata el manuscrito
que contiene los secretos de Bazir y cómo convertir lo fantástico en cotidiano. Extraño
juego de esperanzas, en un ir y venir, en un vértigo temporal. La discontinuidad reina,
pero se presentan paradojas y milagros que obligan hacia delante. El fin de lo colectiva
que afecta a Celestita en lo individual es temporal. De alguna manera abstracta se
soluciona un proceso no nombrado en Celestita. Parece cesar un conflicto sin tregua de
falta de raíces. Pero no hay fin a esto. Lo nuevo puede darse sólo luego de un acto
volitivo de sortear abismos y de querer comienzos.
Las conclusiones que pueden extraerse de este estudio son; que las siete novelas
mencionadas, por ser gran parte de los personajes de procedencia árabe, ninguna de
ellas puede obviar el tema del pasado familiar remoto. Las familias inmigrantes árabes,
ya sean judías o cristianas, crean una nueva identidad nacional, y vemos que todas, sin
perder el concepto de lo individual, lidian con el obstáculo de la pérdida de continuidad
en la herencia familiar ancestral para crear esta nueva identidad. Todas las novelas
mencionadas tratan de la obligación que sienten las personas de conocer y tomar en
cuenta su pasado para poder ser nuevamente. La memoria narrativa es la manera de
retraerse al pasado. Por esta razón, se revisa exhaustivamente la memoria. Así que hay
un pasaje a través de la memoria colectiva que es determinante, tanto que todos los
personajes lo consideran profundamente. La armonía resulta del éxito y un gran
malestar, culpa, monstruosidad y hasta locura, del fracaso de congeniar la memoria de lo
24
heredado, con la nueva realidad del transplante en otra tierra. El salto se percibe como
abismal cuánto más alta sea la valoración emocional del material del pasado.
Simultáneamente a aceptar su nuevo entorno y los valores del país receptor, el
inmigrante árabe de principio del siglo XX ha sentido que debe ejecutar la doble acción
de recibir y de perder la memoria heredada de sus antecesores. Esta le es necesaria para
ser, y luego deberá perderla para poder ser el nuevo ser. Por que bajo esta perspectiva,
ser el nuevo ser es un dejar de ser el viejo. Posible camino de futuras investigaciones sería
comparar de qué manera sucede la inmigración en un mundo transnacional, utilizando
las películas cinematográficas sugeridas por Tal. El grado de la pérdida estará
determinado por el diálogo del inmigrante con la sociedad mayor y su grado de
nacionalismo. Por ejemplo, el proceso nacionalista de principios de siglo XX en Chile, es
diferente que el que sucedía en Uruguay. Casos abiertos de discriminación se ven en el
primero, mientras que en el segundo, el estado, no siendo coherente en los hechos con la
discriminación que tan bien pone por escrito, permite la entrada de los indeseados, luego
de lo cual, la expresión discriminatoria de los ciudadanos no se da, sino de una manera
silenciosa, no expresada. No se mencionan en las novelas casos de discriminación a los
inmigrantes, quizás se deba esto a que el porcentaje de inmigrantes dentro de la
población uruguaya es mayor que el de Chile.
Así es que el grado de la pérdida de las raíces varía. La memoria se presenta en forma de
abanico. Las pérdidas, como fue dicho anteriormente, son ambiguas, no como la muerte
si hay caminos de regreso. Por que hay memorias que son simples recuerdos de un país
que no está del todo perdido, como lo es Siria para un árabe cristiano, que sabe que
puede volver, y hacer del pasado su presente. Este es el caso de los personajes de las
novelas chilenas, Nahíma, Aziz, Garib, todos pueden retornar a Siria, hasta de manera
real y física, de quererlo, y de hecho esto se hace. De cualquier manera, la pérdida es
menor si no se renuncia internamente a ser lo que uno es. El grado de renuncia estaba en
relación positiva con el de la adaptación. Cosa que los árabes de las novelas no hacen, o
si, pero corrigen sus errores, vuelven sus pasos hasta unificarse en su naturaleza, de
manera única, me animo a decir, no como otros grupos de inmigrantes a ambos países,
Chile y Uruguay. La pérdida del inmigrante, dice Falicov, no es como la pérdida que
ocasiona la muerte (Falicov, 2001, 1). Pero, si observamos detenidamente, hay algunas
que se le acercan mucho. Como una realidad, desconectada a través de una oposición a
25
lo que uno mismo es. Dejar de ser árabes. En el caso de José Sus, para él si es la muerte.
En el caso de lo que fue el judío árabe, más allá de sus sentimientos personales,
perteneció a una colectividad que debió cambiar sus caminos, y dejar de ser lo que es,
árabe, y siria, como lo dice Lunita, desaparecer. Éste tipo de memoria, es paradójica, y
fisura la identidad tanto general como nacional, de manera profunda. Para lograr
elaborar esto, es necesario un cambio de forma. El inmigrante será mitad y mitad, dupartito.
El establecimiento del estado de Israel, no permite ya la vuelta a Siria, más aún,
buscan otra definición, otra agrupación, la de sefaradíes. Esto es algo que dificulta el
proceso de formación de la nueva identidad del país receptor, Uruguay. Por ejemplo, las
dos matriarcas Nazira y Nahima divergen en que la primera sueña en mundos ficticios y
míticos, exilada para siempre de Siria, mientras que la segunda, recuerda y honra en ella
sus raíces que no perdió en un continuo recordar. Los personajes de las novelas chilenas
hasta vuelven físicamente a Siria y se adueñan nuevamente de lo anterior y
temporalmente perdido.
Es esto un abismo identitario donde se desdibujan los contornos, y se recurre a la
imaginación, a los perfumes, a la literatura, al relato, a las artes culinarias. Convergen en
ambas etnias las prácticas cotidianas del cocinar, del relatar y el uso de perfumes. Al ser
la memoria un factor, la fantasía y la ficción son olvido, resultan en límites difusos entre
la objetividad histórica y la ficción. En Lunita, esta interrupción de la tradición familiar,
provoca un corte entre el pasado y el presente, que ella soluciona a través de prácticas
que son, curiosamente, en todo compatibles a las sugeridas por Falicov, destinadas a sus
pacientes inmigrantes, para nada ficticios. Lunita no toma el camino de buscar la
solución sin solución de la forma anfibia de dos elementos, que según el caso puede ser
una patología psicológica. Para esto ella debió trabajar con su pasado ancestral, con su
memoria, y la visita a la casa es el laboratorio donde esto se hace posible. Felicidades
Fugaces es el closet de memorias de Celestita. Ella sin tener memorias, de una manera
más abstracta que los demás personajes y con la ayuda de las Perotti, que muy bien
supieron limpiar su armario, resulta exitosa en esta empresa herculeana colectiva. La
memoria de lo ancestral reprimida, si es encerrada en el closet del olvido de manera
desordenada, con descuido, puede llegar a provocar una división, una leve locura, una
regresión a un ser involutivo, primario, infantil, un estancamiento de la metamorfosis, o
un no poder hacer procesos.
26
Curiosamente, tanto los inmigrantes de Falicov, como los personajes de las novelas
concuerdan en la preservación de los rituales culturales tradicionales. Estos ayudan a la
adaptación al nuevo país, preservan continuidad e identidad familiar, y permiten una
manera de vida que une lo concreto con lo metafórico, crean puentes entre el pasado, el
presente y el futuro, y suavizan las contradicciones implícitas en las pérdidas ambiguas
de la migración. Proveen un desmedido apoyo en un punto de la línea del tiempo, que
luego se desvanece. En el colectivo de la sociedad receptora se deciden los parámetros
de aceptación del ser árabe, es cocinar, relatar, bailar. Los marcadores étnicos les han
sido estipulados desde el exterior. Estos mitigan los golpes que fragmentan la identidad,
mientras que al mismo tiempo decoran este proceso de disgregación, dándole un toque
pintoresco al proceso individual y colectivo como es visto en lo cotidiano de la vida, y de
paso, llega hasta influenciar a la sociedad receptora. Y para dejar de ser lo que
colectivamente fueron antes, basta dejar el arte cultural, lo culinario, renunciar a los
perfumes en favor de los olores rancios de una ciudad verdadera. Que toda actividad sea
sólo una actividad con el propósito biológico del subsistir. No un cocinar para ser, sino
que su objetivo sea pura y exclusivamente alimenticio. Así es que se deja de ser árabe; no
hablar nunca más del lugar de su procedencia, olvidar. En un acto cuya naturaleza es
difícil de definir; puede ser despecho por el otro, un acto de superioridad frente a las
dificultades que la vida enfrenta, una acción de profunda fe y convicción en su capacidad
de supervivencia, Lunita se despega de sus memorias, por que éstas pesan, la
determinan inconscientemente a ser ella también fantasma. Esta rebelión que consiste
saber que en la vida el cambio lo es todo, que el avance hacia delante , la inestabilidad y
el equilibrio son lo mismo, lleva a un borrar de todo rastro del pasado, tirar las llaves del
pasado al mar, desperdigar un manuscrito único e irremplazable al viento, es como un
quemar las fotos familiares. Se pone fin a estos objetos como amuletos, y se comprende
que todo lo necesario ha sido incorporado ya, se los deja atrás, y también afuera de la
nueva definición nacional, sin que esto ocasione conflictos. Se dejará de ser los
antepasados y se empezará a vivir como una misma, con confianza en la vida en el nuevo
país, y en un sentido general, la vida. Esto representa una liberación, es la verdadera
continuación dentro de los avatares y vicisitudes que individual y colectivamente se
presentan.
La pregunta final del inmigrante es sobre el presente, el pasado siendo paso necesario
para contestarla. Esto es exactamente lo que le dijo Palmira a Celestita sobre sus raíces.
27
Lo que se busca, es continuidad entre el pasado heredado y el futuro posible y querido,
una síntesis que resuene sentido en su interior. Este presente debe ser uno en el que no
estén en contradicción lo magnífico heredado y lo cotidiano como banal en el ahora, sino
que sea compatible con una proyección de si misma hacia un futuro deseado, y además
elegido por ella. Lo que antes era banal puede ser ahora maravilloso. Esta negociación
entre un legado, y el proceso de identidad en el presente, determina la calidad de su
vida, psicológica, emocional, y resulta en un verdadero acto artístico de creación de si
misma.
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29
El inmigrante es como un niño que nace pegado a su gemelo por el cuerpo. Cada inmigrante
debe ejercer el rol de su propio cirujano, que decide por dónde serán separados, si ambos
moriran, o si uno, y cual de ellos quedará con vida. Cada uno debe participar concientemente en
un proceso que es al mismo tiempo natural y mecánico. Siguiendo el ejemplo del artista que elije,
destruye, y crea a discreción. El objetivo es alquímico; que surja lo nuevo de la sustancia original.
El inconciente es vertido como un líquido a la fragua de sus manos. La memoria es un obstáculo.
De repente, recuerda lo enterrado, y luego en un instante, pierde lo que más atesoraba.
El hombre que emigra es como alguien que hundido en el agua, u otro elemento, respira dentro
de él. Se hace así capáz de vivir en dos elementos, aunque en algunas instancias le parezca que
no puede sobrevivir en ninguno. Si mira para atrás, ve hombres que caminan sobre la tierra, si
para adelante y le hablan responde con voz de pez. Si cambiara de opinión y quisiera volver atrás,
podría aún hacerlo, ya que tiene aún piernas, que le son inútiles en el mar. Al llegar al agua
aprendió el lenguaje de las criaturas marinas. Si tiene suerte tendrá la cabeza de un hombre o
una mujer, y sólo la voz de pez. Pero los menos afortunados, sufrieron en la transformación y
terminaron con cabeza de pescado. Esto les da la capacidad de comunicarse con los peces en el
agua, pero no pueden seguirlos, ni ser parte de ellos, ya que sus piernas se enredan como algas a
causa de la corriente, haciendo completamente imposible el movimiento.
30
Utilizable
Él es todo sueño, pero no uno que se pueda volver realidad, sino uno paralizado, como el
Endimión mitológico que sufre una influencia lunar.
Entre los recuerdos de la madre de Lunita hay un hombre mayor alepino que se ha ido de
su presente. Es Zaquím Salam, que conoció a su padre. Un ancestro vivo. La importancia
de éste es la de uno que estuvo en contacto directo con sus antepasados. Como si fuera
él mismo uno, pero vivo. La madre de Lunita, va con ella en brazos, para pedirle
protección, ya que era “paisano de su padre”, José Sus. La protección que éste le da es
trabajar en su prostíbulo. No siendo ciega a la desgracia que encierran otra posibilidades
(ser la amante de un abogado), Esterina se siente muy protegida con este acto, “Dios lo
libre y lo guarde”, y tiene por él un afecto especial (P. de C., 1994, 37).
La novela de Chuaqui, Memorias de un Inmigrante. Resumen.
Ruptura – (Falicov, 2001, 2,3) Lo que la caracteriza es un desarraigo de significados que
sucede a nivel físico, social y cultural. El concepto de desarraigo es equivalente a su valor
botánico; la casa creada en el país nuevo, las conecciones que mantiene con su
comunidad de orígen y las tradiciones e identidades que transmiten a sus hijos, sería el
residuo de la tierra que queda pegada en las raíces y que el inmigrante transporta
consigo.
El valor que tienen los rituales terapéuticos, en este caso el de incluyen la construcción de
una narrativa de ponerse al día con los sucesos transcurridos durante la separación. Así
integran el pasado con el presente y refuerzan los vínculos para todos (7,8).
Los rituales de sanación acompañan la inevitable aparición de las transiciones del ciclo de
vida. Los cambios de la vida, como casamientos y muertes, marcan transiciones de la
familia. En el caso del os inmigrantes, estos cambios producen nuevas pérdidas
31
ambiguas, la más común, el divorcio, o la muerte de un miembro de la familia. Estas se
acumulan sobre las pérdidas de la inmigración. En estos momentos, el inmigrante se
cuestiona sobre la decisión de emigran preguntándose nuevamnete sopbre su lugar de
pertenencia. Los rituales terapéuticos de sanación pueden incluir la creación de
ceremonias, en caso de muerte pueden hacerse misas, creación de altares privados con
velas, crear algún ritual de conexión con la familia de la persona fallecida o cualquier
mensaje que simbolice que el amor es en realidad, transnacional. (8).
Efectos de los rituales espontáneos y terapéuticos:
Traen alivio a personas en situaciones complejas
Crean y mantienen comunidades
Son catalizadores para pensamientos y la acción
Crean significados estables em medio del cambio
Compensan por las pérdidas
Expresan los dos lados de la ambigüedad, conexión desconexión, ganancia
perdida.
Como trabajo terapéutico la autora propone:
Obtener una narrativa de la migración
Considerar las conexiones entre países y partes de la familia. La importancia uqe tiene el
país de orígen en el procesos de inmigración (Aleppo).
Explorar los significados positivos y negativos de la migración para cada miembro de la
familia.
ni lugar ni segmento de tiempo designado especialmente para marcar la transición. A
falta de rituales, surgen ciertas prácticas, conductas que surgen del poquito de tierra
proveniente del país donde sucedió el transplante. Estas prácticas promueven la
continuiad en medio del cambio (Falicov, 2001, 2, 3).
Ejemplos son, visitas, envíos de dinero, de mensajes en forma regular. Hay otro tipo de
ritual que es el de recreación.
32
Preguntar acerca de la emergencia de rituales espontáneos.
Co construir rituales terapéuticos apropiados.
(usar en articulo de Falicov) de la siguiente manera.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
De él se pasa a Jeremías Berro, con características de sefaradí ladino parlante. Esto
significa una excesiva metamorfosis, una dura negociación con la amnesia impuesta
desde afuera para ser.
I- Rituales Espontáneos
I- A estas, Falicov llama rituales espontáneos. Los inmigrantes que cortan lazos se
desligan y desritualizan las conecciones son los que manifiestan más síntomas clínicos
(Falicov, 3). Puede surgir un problema frente a la ausencia de rituales espontáneos en
familias fragmentadas por la partida de algunos miembros.
1- de conexión: cartas, contactos de antes. No hay ejemplos.
3- de la memoria
4- culturales tradicionales
4- Falicov menciona cuatro rituales culturales tradicionales; de ciclo de vida, cotidianos,
religiosos, de salud y de cura Floklórica (Falicov, 2008, 4).
a- de ciclo de vida
b- cotidianos
c- religiosos
d- de salud y cura folklórica
II- Rituales terapéuticos
1- de preparación
2- de testimonio
33
Es necesario comprender la calidad de un silencio que percibo en las novelas de
Porzecanski. Se formó una alianza con los sefaradíes ladino-parlantes, a través de su
común dedicación al sionismo. Según mi lectura de la literatura histórica, hay un sólo
personaje masculino absolutamente alepino; Zaquím Salam. Según Bejerano, los judíos
sirios, no tenían una sola etnia, sino múltiples identificaciones étnicas. Zaquím Salam es
buen ejemplo de esto. Sobre las múltiples étnicas vemos que Salam es judío, por que cita
del arameo y hebreo, dice “mazal”, dice “los nuestros” pero ahí ya podría ser que no
estuviera refiriéndose a los judíos sino a los sirios. Me parece un personaje multiétnico,
no tanto por las mujeres que él elige para proteger, sino más por las que aceptan
agradecidas esa protección (Porzecanski, 1994, 29). A Esterina le dice que las muchachas
más solicitadas eran sirias, “como ella” que hablaban el francés, o también francesas de
padres sirios. Como si fuera un microcosmos de la sociedad, la funcionalidad del bordel
indica un armonía entre los grupos sociales.
Los otros personajes no llegan a captar la característica multiétnica como él. Jeremías
Berro (P. de C., 1994, 51), no me parece absolutamente alepino. Hay un cambio en la
etnia del nombre, es este sefaradí ladino parlante. Esto, y el compartir memorias de la
armada turca con esta comunidad, le dan características anfibias, mientras que está
inserto en un matriarcado que si, es alepino. Así pasa también con el tema del cambio
identitario colectivo de árabe a sefaradí de la comunidad judía oriental.
Domínico Fagundez fue habitante de Bazir. Extraño país del que no se habla el de
Domínguez. Bazir, La Ciudad de los Iluminados, es la ciudad ancestral en Felicidades
Fugaces. Colectivamente, la gente no acepta la idea de que ni Bazir ni sus habitantes
existen. Celestita se ve inmersa en este relato escrito por el espíritu Domínico Fagundez.
Fagundez es un muerto que se presenta colectivamente en los sueños de gente, siendo
Celestita receptora de estos sueños y una sabia expectadora guiada por este espíritu
(F.F., 2002, 187). Un espíritu sabio de otra constelación que no muere, sino que se vuelve
invisible, pasando de un lugar a otro. Describe el mundo en toda su extensión, como si
34
este fuera interminable y fabuloso. Fagundez defiende la existenica de Bazir de la
siguiente manera; si mi existencia es innegable, y yo digo que viví en Bazir, entonces no
es cuestionable la existencia de esta. Porque él la recuerda “sus plazas doradas con sus
fuentes cuyas aguas arremolinadas se hacían inmediatamente pensamientos” (F.F., 2002, 85, 86,
155-157). Lo que los inmigrantes traen consigo desde su país de orígen y aún juega un rol
en su vida, se encuentra allí. De allí vienen personas que han sido desarraigados, estos ya
no tienen orígenes.
La fuerza de lo ancestral en las novelas se asemeja a un mar. El presente incita al
inmigrante al olvido de su país original, porque se trata de un recuerdo problemático,
pesa, debe ser congeniado con el presente. En el artículo de Valverde, el tercer subtítulo
me parece extraño, “El Tótem Habla” (Valverde, 2006, 340). Si es con la voz ancestral,
entonces es un trabajo herculeano. El que ha heredado lo ancestral, este le pesa, siente
el pasado en un llamado interno el cual puede ser escuchado, no acallado. El precio del
silenciamiento es la enajenación, una no pertenencia. Se trata de algo que si no es
escuchado, grita, si es sometido a la represión racional, embruja. Es como si se ocuparan
de olvidarlo, y de mantenerlo escondido, en un lugar dónde sólo se permiten mirarlo con
el rabillo del ojo. Así Puede decirse entonces que en
El Rol de lo Ancestral Familiar y el Proceso Inmigratorio
en dos novelas de Teresa Porzecanski.
Dr. Senkman, Leonardo
29825 - מודרניזציה והגירה באמריקה הלטינית.
Har Ha Zofim University,
2010 Jerusalem
Margarita Saúl
i.d.: 322034943
050-4232666
2
Dos novelas de Teresa Porzekanski tratan de la memoria colectiva de familias
inmigrantes al Uruguay durante el período que va desde el comienzo de siglo XX hasta el
1930. Cómo el pasado común familiar afecta la formación de una nueva identidad
nacional en familias judías-sirias. Las diferentes filosofías existentes con respecto a los
antepasados comprenden diferentes creencias biológicas y religiosas, así lo dicen Astuti
& Harris en su estudio de los Vezo de Madagascar. Éstos comprenden plenamente las
consecuencias biológicas de la muerte, pero sus prácticas y comportamientos permiten
observar también la persistente presencia del concepto de la vida más allá de la muerte
pero en la vida diaria de la familia. Así es que se da la coexistencia entre lo natural y lo
místico (2008, 714, 715). La relación con las personas de su pasado y las creencias y
prácticas rituales alrededor de éstos, son todos aspectos pertinentes al estudio de las
novelas de Porzecanski.
Teresa Porzecanski aporta a la literatura judía uruguaya, articulando por primera vez, a
la par de Rosa Nissan en Méjico, la perspectiva de una mujer perteneciente a una familia
de la minoría étnica judía inmigrante en Latinoamérica. En Perfumes de Cartago
(Porzecanski, 1994), Felicidades Fugaces (Porzecanski, 2002), pueden encontrarse
numerosos ejemplos que indican la presencia de generaciones pasadas y de elementos
totémicos, el bagaje étnico de los personajes inmigrantes judíos orientales. El pasado
juega un rol en el proceso de inmigración. En el proceso de cambios a través del cual se
construye una nueva identidad ¿cuál es este rol? Es un algo que simultáneamente se
busca y se intenta evitar, algo que continua y puede interrumpirse, que falta y pesa.
Palmira, la pareja del padre viudo de Celestita, en la segunda novela, Felicidades
Fugaces, le dice a ésta: "Desgraciado quien no tiene raíces ... se trata de alguien que no puede
entender al mundo ni a sí mismo. ...yo que fui huérfana y pobre desde el nacimiento, que no conocí a
madre ni a padre...yo se bien lo que te estoy diciendo, Celestita. El que no tiene ancestros es como el
que no tiene ojos, como quien no puede verse ni mirarse, y el que no puede verse, no se conoce y no
pertenece a nada ni a nadie. Quien no se ve a si mismo, Celestita, tampoco puede entregarse a nada”
F. F., 2002, 83, 84). El no tener raíces, es no ser. Celestita parecería no tener, según el texto,
un problema específico relacionado conscientemente con su pasado. Pero a juzgar por
las palabras de Palmira y lo que le pasa a su padre, se deja en evidencia su carencia al
respecto.
3
Uruguay abrió sus puertas a inmigrantes en las primeras tres décadas del siglo XX.
Inmigrantes judíos del Cercano Oriente ingresan al país luego de la primera guerra
mundial, y a lo largo de la década de 1920. Poco se sabe en el Uruguay de los inmigrantes
en general, ya que sólo se registraba el país de procedencia y no su identidad nacionalcultural.
Pero fue sobre el legado inmigratorio que se edificó el ser, la identidad colectiva
general del uruguayo. Se esperaba de ellos que fueran europeos, que trajeran la cultura
moderna europea. Se esperaba que vinieran a sumarse a la raza blanca, a reforzarla y
mejorarla. Pero los inmigrantes no vinieron sólo de Europa sino también del Medio
Oriente, se les llamaba a todos estos turcos, porque su pasaporte era del Imperio
Otomano. Explica Raicher que la organización de la comunidad ashkenazí1 era diferente a
la sefaradí2. En la comunidad sefaradí no estaban representados los grupos de origen.
Debido a la semejanza del idioma español antiguo y castellano se integraron más
rápidamente al país. Su comunidad contaba con un número de uruguayos nativos. Por
otro lado, los provenientes de Siria, Eretz Israel y Marruecos eran pocos como para
organizarse por separado (Raicher, 2003, 80, 81). Luego de la creación del Estado de
Israel, éstos se unieron con la comunidad sefaradí al anularse su identidad árabe.
Podemos concluir que los términos árabe y judío como dos grupos étnicos paralelos y
opuestos, proviene de la dicotomía creada por el conflicto del medio oriente, que divide a
los inmigrantes y sus descendientes según sus supuestas lealtades políticas. Los judíos
oriundos del Oriente Medio, no se consideraban árabes, pero al mismo tiempo, no tenían
el mismo origen étnico que sus correligionarios de Europa Central y Oriental. Estos judíos
árabes, sin embargo, tenían otra visión de su identidad particular, así como de las
divisiones que las separaban de otros grupos… sus instituciones comunitarias
comenzaron a incluir la palabra sefaradí en su nombre y reglamentos, aún cuando se
tratara de judíos de habla árabe. En 1932, durante la presidencia de Terra, se promulgó la
"La Ley de Indeseables" que se aplicaba a mendigos y enfermos. Sin embargo, su
aplicación cada vez más rígida, disminuyó la inmigración en general, y la judía en
particular (Raicher, 2003, 1,16, 45,46). En un Montevideo en formación, el Otro, el que
viene de afuera, el no nacido en el país, no era ni bien visto ni bien recibido.
Grupo de origen de los judíos de ashkenaz, en el Rhineland, en el sur de Alsacia, desde Alemania hasta el 1
río Rinn, de las comunidades medioevales judías en Alemania. Judíos ashkenazies son literalmente, judíos
alemanes. Aunque por cambios de frontera históricos y desplazamientos inmigratorios, también incluyen hoy
en día Polonia, Rusia y otros.
Sefarad significa España en hebreo. Como grupo de origen son los descendientes de los judíos de la 2
Península Ibérica, antes de la expulsión en 1492.
4
El ser inmigrante, afecta la vida de los personajes en varias novelas. Perfumes de Cartago
comienza con el desfile de las llamadas, en el carnaval se toca candombe y Lunita
escucha desde su oficina céntrica. Memorias imposibles de tías desconocidas, de
costumbres y raíces muy extrañas a la nación uruguaya permanecen acalladas en su
interior, y obstaculizan su adaptación. Hay en ella sensaciones y recuerdos que sólo
encuentran eco en los integrantes de la familia Berro-Mualdeb, y la casa donde un día
habitaron todos juntos. Sus abuelos Nazira, y José Sus, pareja originaria, es casi adámica
por haber tomado la decisión de emigrar a Uruguay, algo que fue determinante en la vida
de sus predecesores. Estos tienen cuatro hijas; Esterina, Lidia, Jasibe y Camila. Las dos
primeras tienen a su vez hijas pequeñas; Lunita y Alcira. Los personajes femeninos viven
todas juntas en la misma casa, junto con Jeremías Berro, esposo de Jasibe. Él es el dueño
de la fábrica de perfume que le da nombre al libro, es el único hombre de la familia que
protege un precioso baluarte familiar. Fabrica perfumes, “...algo muy arcaico que había
heredado por cordón umbilical... ” (P. de C., 1994, 9, 23). El carnaval, como el fabricar
perfumes, es un ritual que viene de un pasado lejano, y que para la colectividad afrouruguaya
representa el contacto o vuelta a las raíces africanas. La descendencia enlaza el
presente y el pasado, pero en el presente el pasado pierde su magia (Sarzi & Tatiana,
2010, 76). Cuando las cosas están son banales, pero cuando se van y se terminan de
pronto "las personas pueden volverse acaso de una rara perfección" (F.F. 2002, 15). El
carnaval, provoca en ella cierta inseguridad con respecto a sus raíces de Aleppo.
Compara su presente en Montevideo (prosaico y carente de delirio) y las ciudades míticas
de su bagaje étnico (idealizadas). Parecía que “todo aquel esplendor de oriente caía en la
cloaca del vértigo”. Rechaza el carnaval como “hechos crudos despojados de amor” que le
causan insatisfacción (P. de C., 1994, 8). En su historia se ven indicios de discontinuidad,
ruptura y pérdida. La conexión al pasado a través de su abuela Nazira, no es armoniosa.
Lunita, de cuarenta y cuatro años de edad, llegó a Montevideo en los brazos de su madre
Esterina. Siente un sentido de extrañeza, y una gran melancolía.
Felicidades Fugaces, es de las dos, la menos exótica. Describe la problemática desde el
lado del padre de Celestita, oriundo de Besarabia (lugar histórico entre Ucrania y
Rumania), ashkenazí, y que llega como Lunita con sus padres. La novela guarda la
apariencia de ser más europea, pero al ser leída con detenimiento, se abre y salen a la luz
secretos, como de un ropero. El padre de Celestita es un maestro de la discontinuidad.
Tanto él como Lunita crecieron de la muy pequeña raíz que para ambas lograron sus
5
padres. No nacieron en Uruguay, por eso no pueden llamarse de segunda generación. Él
llegó al Uruguay a la edad de tres años. Se le abre un abanico de posibilidades
existenciales y leves, preguntas como: ¿si no hubiera sido esto, qué hubiera podido ser
entonces? El concepto de identidad absoluta y completa se fisura, y los sueños juegan un
papel aquí. Tienen la doble función de romper la continuidad de la tradición, y al mismo
tiempo ayudar cuando se presentan las rupturas de la vida, lo que él llama naufragios.
Está la necesidad de sortear dos costas de un océano, el que cruzó con sus padres cuando
era sólo un niño, y ahora se le hizo interno. Él no ve otra cosa que su sueño de ser
cantante, la ascensión social a través del arte. Dice Valverde, el viaje es vida, y el
quedarse es la asfixia.
Samamé, en su elección de cinco novelas chilenas, ofrece un acercamiento al problema
de identidad y alteridad en la narrativa árabe cristiana y de cómo se ha producido una
pérdida de sus rasgos identitarios ancestrales. Anuncia que los inmigrantes de Siria y El
Líbano poseían una identidad cultural definida, eran cristianos de rito ortodoxo y de
tradiciones y costumbres de desde hace mucho tiempo. El proceso de vinculación a la
cultura receptora chilena implica permanencia, pérdida, pena, duelo y desarraigo de la
cultura precedente. Igualmente, en las novelas seleccionadas por Samamé, este proceso
implica permanencia, pérdida o desarraigo de la cultura precedente, es decir la árabe, y
vinculación a la cultura receptora, la chilena. Concluye que se produce una integración
plena que ha contribuido al desarrollo de la nación chilena (Samamé, 2003, 51, 54). Es
justamente por esos rasgos identitarios que el otro grupo- los chilenos "les negaran el
valor humano, … los marginara e incluso, … los persiguiera". Ejemplifica esto en las
novelas que sugiere; en Memorias de un Emigrante de Chuaqui Benedicto, imperan la
nostalgia, la memoria y la añoranza. El deseo de recuperar un pasado retornando a Siria y
recorriendo lugares lejanos casi desaparecidos, y confirmando al fin su pertenencia a
ambos, a Chile, a la vez que a la cultura ancestral árabe. Los Turcos de Sarah Robert, está
envuelta en una atmósfera de desarraigo y añoranza de una clase social marginada que
se enfrenta a prejuicios y discriminación. El Viajero de la Alfombra Mágica de Garib
Walter, es la historia de una familia que contiene fracturas témporo-espaciales. Bachir y
su familia abjuran de sus ancestros, lo que los lleva a la alienación, la invención de un
pasado medieval europeo y a un problema de identidad criticado en la novela. (Samamé,
2003, 68). Peregrino de los Ojos Brillantes de Hales Jaime, se desarrolla desde una
dimensión mágica y misteriosa. y Nahíma de Chahín Edith, es un homenaje a su madre,
6
educada en la tradición y costumbres ancestrales que padece con dolor la pérdida
irremediable de la identidad que la diferenciaba. La autora busca perpetuar valores y dar
testimonio de una vida ejemplar. La primera parte sucede en Siria, algo significativo por
que es el lado del origen del ser inmigrante. Es así que la inmigración es una ruptura en la
continuidad y la preservación de las raíces identitarias milenarias árabes (Samamé, 2003,
51, 54-56, 58-62). No ejemplificaré a través de las películas que utiliza Tal, porque su
contexto atañe a fenómenos contemporáneos, como lo es el transnacionalismo. Pero “las
películas se concentran en el mundo imaginario de las identidades étnicas construyendo
una imagen del pasado” (Tal, 2008, 418, 420, 436). Es esto, a pesar del pasaje del tiempo,
relevante. La formación de una imagen creativa que se superpone a la memoria. En las
novelas chilenas también se encuentran ejemplos de conexiones con el pasado. Tanto
Tal como Samamé y Porzecanski tocan este tema de la inmigración y su proceso.
Las novelas contienen puntos de convergencia, por ejemplo, la historia de Aziz, en El
Viajero de la Alfombra Mágica de Garib, es la historia de una familia aristocrática árabechilena.
Aziz es el ancestro que emigra a Chile, sueña un imperio, y lo construye. Este
imperio, es perdido luego por sus herederos y por saqueadores chilenos. Se repite la
historia en su totalidad desde el comienzo, a través de la cual los descendientes de Aziz,
vuelven a soñar ese imperio, trabajan nuevamente de buhoneros para conseguirlo, como
lo hizo Aziz, y así construyen el mismo imperio antes perdido. Es comparable esto con la
novela de Porzekanski, Felicidades Fugaces, por que se trata de un naufragio económico,
que no hunde a un inmigrante árabe, sino que lo impulsa a buscar la otra costa. El padre
de Celestita dice que son los sueños que impulsan a "esa locura y (a) la incertidumbre y (al)
derroche que lleva a las personas a quemar sus propias naves y a reflotar a partir de sus
restos en otras aguas" (F.F., 2002, 16). Cuando los descendientes de Aziz ascienden de
clase social, a través de ellos lo hace Aziz nuevamente (Samamé, 2003, 60). Esto tiene
resonancia en lo que dice la misma Celestita sobre las personas; que "esconden una
extraña maravilla… detrás de cada rostro hay otros, seres dormidos, ignotos, esperando por
su oportunidad para emerger… y celebrar…una oculta conexión con la grandeza" (F.F.,
2002, 17). Y se aplica a ella misma cuando ella se hace, a la manera de una médium,
portadora de la voz. Justo ella, que no tiene raíces, permite la continuación de un ser
incorpóreo que trae material de la memoria, desde el pasado a ese momento. Como en
una sesión de espiritismo, Celestita se transforma en portadora de una voz pasada,
cambia de forma. Una de tantas metamorfosis en la novela; un individuo pasa a ser un
7
vehículo del pasado. Y todo gracias a las hermanas Perotti, que la emplean como lectora
de sus libros. Son ellas las que escuchan la voz que canaliza Celestita, y en su vejez, las
calma leer sobre los orígenes y la geografía de la Tierra. Cumplen un rol heroico porque
han sabido trabajar con sus memorias y sobrevivir el proceso inmigratorio (P. de C., 2004,
25). En el caso del padre de Celestita, las rupturas de la vida, la migración y la viudez son
contrarrestadas con el sueño de ser cantante. El sueño repara rupturas anteriores y crea
rupturas presentes; deja a su hija con una buena mujer, Palmira y rehace su vida en otro
lado. Como no regresa pensamos que le fue bien, que su reflotar en otras aguas fue
exitoso. La primera novela, Perfumes de Cartago, proviene de lo materno. Similarmente
a Nahíma, el personaje de Chahín Edith, Nazira es una figura matriarcal que en el
momento de su muerte, es ya un ancestro. Representa lo ancestral paradigmático por
que posee en sí, los valores culturales pasados en línea continua de generación en
generación. En Perfumes de Cartago, las personas y cosas idas, perdidas están. Sólo el
recuerdo y la narración existen, por que esas cosas no podrán volver a ocurrir. “Y al final
Lunita sabe que se perdió ese mundo” 3 (Sarzi & Taiano, 2010, 75).
Ya en el siglo XVI Maimónides menciona los síntomas de la pérdida del país de origen;
palpitaciones, llantos, tics, temblores, y lamentos, y la única cura para esto es retornar al
enfermo al país de origen (Falicov, 2001, 1). Durante el 1500, si bien era un exilio
involuntario, de todas maneras, la desnaturalización que implica el alejamiento del país
de origen, en este caso de España, era tomada como tal, como no natural. Pero el
inmigrante del siglo XX es un enfermo voluntario, y esta voluntad contribuye a la
naturaleza indefinida de la pérdida de continuidad. Se mantiene sin embargo, a pesar de
lo ficticio, un illo tempore. Goldberg sitúa a la familia de Lunita, personaje principal en
Perfumes de Cartago, en la línea de continuidad entre Ur y su presente Montevideano. La
mítica Ur de Abram sustituye a Aleppo y a Damasco (1996, 141). Esto representa una
continuidad paradójica, hay una falta de continuidad a través de lo olvidado, lo negado y
lo creado. Es así que sucede la construcción de la identidad de los grupos étnicos; un
proceso de negociación permanente, un movimiento constante entre destrucción,
construcción y reconstrucción. Tal, por otro lado, propone que la materia prima es el
pasado étnico, utilizado en el proceso de construcción de narrativas e imágenes en
3 Fragmento extraído de la entrevista realizada por Mónica Flori intitulada “La narrativa de Teresa
Porzecanski- Una conversación con la escritora uruguaya”en Revista Espéculo, número 19. Disponible on
line en: http://www.ucm.es/info/especulo/numero19/porzacan.html
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función de los conflictos presentes. Éste influye sobre el presente debido a la tendencia
de grupos humanos a manifestar identificación a largo plazo con el pasado y los mitos
comunes (Tal, 2008, 420). Falicov describe la pérdida implícita en la inmigración como
ambigua, incompleta, y de duelo perpetuo. Es una pérdida confusa, parcial de la
identidad cultural que sucede al lograr el inmigrante, la integración al país que lo recibe.
Las pérdidas no son totalmente claras, irrevocables como la muerte, sino que todo se
encuentra con vida aunque ausente. Resalta que hay prácticas y comportamientos
inmigrantes, que asumen la función de rituales espontáneos y que ayudan a lidiar con las
pérdidas ambiguas, y a llenar ausencias. O sea, que la experiencia de la inmigración carga
intrínsicamente una ruptura que ocasiona una pérdida al romper la continuidad (Falicov,
2001, 2, 3). Esta última es un puente que repara la continuidad, algo que una los dos lados
del abismo entre el presente y el pasado. En las novelas puede observarse lo que pasa
con este hilo de continuidad en el tiempo, o a veces, su ausencia. Las raíces de la
identidad colectiva unen al país de origen con el nuevo país.
Falicov hace notar la importancia de los rituales como marcadores de transición, y su
falta específicamente en el proceso de migración. No hay estructura formal, no hay
rituales, pero sí, hay prácticas que tienen las cualidades que se asemejan a rituales, y
éstas sirven para lidiar con las pérdidas ambiguas creando puentes de presencia física y
psicológica que ayudan a llenar ausencias irreparables, y promueven continuidad en
medio del cambio. Son prácticas que crean efectos de continuidad y de identidad
familiar, y a la resiliencia en la transición de ésta. Veamos ahora estas prácticas y su
relevancia en las novelas. La práctica de conexión busca el contacto con personas en el
país de origen, por ejemplo, miembros de la familia, madres, padres o tíos. Las prácticas
de recreación transportan colectivamente el espacio cultural conocido, de manera que
“fingir estar en casa es mejor que no estar en casa para nada”. El relatar, el contar
historias, en lengua árabe por ejemplo, es una forma de práctica de la memoria. Hay
también rituales culturales tradicionales que preservan continuidad, identidad familiar
y vínculo comunitario. Las prácticas del ciclo de vida son las de los rituales de ritos de
pasaje; nacimientos, bautismos, casamientos. El hecho que los miembros de la familia se
encuentren lejos puede provocar rituales del ciclo de vida vacíos. Otro tipo de práctica es
la cotidiana, que abarca varios aspectos como las comidas familiares, las formas de
vestir, el aseo, las formas de saludo, el uso de nuevos productos y el mirar nuevos
programas de televisión. Los rituales religiosos, como la plegaria, son transportables.
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Falicov menciona atender a misa, ejemplo perfectamente transferible a la sinagoga. Los
rituales de salud física y folklórica son creencias sobre plantas medicinales por ejemplo
o ingredientes que persisten paralelamente a las prácticas médicas modernas. Muchos
problemas puede desatar la migración. Se da el caso de la migración involuntaria, es
decir, de persuasión, de precipitación, no de profunda convicción. Es decir, las voluntades
de los miembros de la familia se polarizan; un miembro de la pareja es persuadido por el
otro y se deja llevar sin haber tomado él/ella la decisión. Una emigración precipitada,
puede darse luego de una matanza. Éstos inmigrantes tendrán más dificultades de
adaptación que los que emigran por su voluntad, convencidos de que quieren emigrar.
Algo muy frecuentemente mencionado tanto en las novelas como en los casos
biográficos, de la misma manera en la ficción como en los testimonios, es el miedo que a
todos por igual provocaba el ser reclutados a la fuerza en la armada turca. Falicov crea
una práctica que consiste en que el paciente le da al terapeuta testimonio de su
experiencia inmigrante. Sufren una pérdida de control, tanto, que la experiencia puede
transformarse en pesadilla. Al agregar más y más detalles a medida que avanza en su
narración, adquiere control de la interpretación que antes no poseía. Otro problema es el
de las múltiples partidas y encuentros, durante los cuales la familia separada por la
emigración celebra rituales del re encuentro. Puede pasar que la práctica del ritual refleje
significados cambiantes y ambigüedades que expresan estilos de vida duales o híbridos.
Estos son situaciones de oscilación, caracterizadas por la exageración o falta de
equilibrio en el proceso de aprender a vivir con las pérdidas ambiguas. En una situación
así, no puede encontrarse la coherencia, ni darse sentido a los eventos de la vida, y
mantener una continuidad con la cultura original. El testimonio a través de la narración
puede ayudar a reparar casos de trauma, horror y desilusión, ataques de pánico,
sentimientos de culpa y de vergüenza (Falicov, 2001, 4, 6, 7).
Posibles soluciones pueden darse a través de rituales terapéuticos específicos. Creados y
propuestos por Falicov a través del trabajo con sus pacientes (Falicov, 2001, 5). Veamos
el caso de Lunita, en Perfumes de Cartago, que es de origen sirio-alepino y sonda
abismos internos culturales extremos. Se deja ver el problema de la desconexión con sus
raíces familiares y se percibe la presencia excesiva de un estado de sueño como nebulosa,
la preocupación excesiva con el pasado. Tiene un problema de desconexión con el país de
origen, Siria. La desconexión y la discontinuidad están desde el principio de la novela, en
un sentido físico y geográfico, como también en relación a lo temporal, y en relación al
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pasado. No queda nada ni nadie en Siria que le sea propio, por que Siria ahora, no es la de
entonces para el judío. No hay contacto real. Ve a Montevideo y a su entorno, pero está
separada de ellas. Las cosas son suyas, en el sentido de que están presentes, pero no son
sentidas así. Por alguna razón, Lunita no puede enunciar su propiedad sobre ellas,
(también esto puede extenderse a si misma). Es como si careciera de legitimidad para
reconocer lo que podría ser, simplemente ella, o legítimamente suyo. Se observa su
dificultad cuando piensa, “(estoy) encadenada a una afiliación que debió desaparecer” (P. de C.,
1994, 9). Solamente en dos ocasiones se dice Aleppo, pero es una palabra que nada
significa ni agrega para el que no conoce. Siria ni siquiera una vez se menciona. Sus no se
baja del barco, se niega por incapacidad, a pasar la experiencia inmigrante. Quedó preso
de aguas bíblicas, como míticas, conectadas en esencia a las del diluvio universal, que
traían memorias de aquel primer fin del mundo (P.de C., 1994, 31). Lo que es cierto es
que a su nieta Lunita, esta afiliación que él no pudo abandonar, la diferencia del resto de
los uruguayos no inmigrantes. Le desprende un suspiro silencioso, al acometerla “... una
sensación de pérdida de familiaridad y reconocimiento...” (P. de C., 1994, 8). Tanto en su
identidad uruguaya, como en lo étnico árabe, la herencia, el país de origen de su familia,
Aleppo, Siria, persiste una falta de conexión con su colectivo.
Más personajes en las novelas no están prontos para aceptar su entorno; la imagen es de
Jeremías Berro tomando ese camino para llegar a su tienda. Como en una especie de
limbo, también con respecto al presente en Montevideo, en la novela, sólo figura el
nombre de una esquina de esta ciudad, Pérez Castellano y Colón (P. de C., 1994, 17). Este
no deja de ser un detalle líquido, pasajero. Hay una desconexión aquí, con el presente
concreto y su nuevo espacio de Montevideo, como si caminara, pero sobre nubes, como
si el lugar por donde camina fuera irrelevante, absolutamente circunstancial. Como en un
espejo donde se ve la misma imagen pero revertida, en la novela de Chuaqui, sucede un
viaje de nostalgia y añoranza de vuelta a Siria. Lo pasado despierta más interés que lo
presente. Falicov menciona el precio de la integración; la pérdida de parte de la identidad
cultural, como lo son el desuso del idioma árabe, los matrimonios exogámicos, la
preferencia del credo católico, y el decrecimiento de agrupaciones culturales y sociales
árabes (Falicov, 2001, 54). Como en un juego, lo opuesto pasa en Nahima, que en su
intención no pierde la conexión con Siria. Se mantiene ligada a los valores de su familia,
nunca aprende el idioma, y es indiferente frente a todo lo que no sea sirio, o mejor dicho,
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desprecia. Esto le cuesta la discriminación por parte de algunos miembros de la sociedad
chilena (Samamé, 2003, 69).
Las comunidades étnicas recrean espacios étnicos y sociales. Falicov sugiere el ritual de
recreación a través del cual se encuentran el pasado con el presente, como en la casa, el
clan y barrios comerciales. Estos concentraron a las familias árabes que se
reconstituyeron en el país receptor luego de la separación en el país de origen. El espíritu
de clan fue un factor determinante en el proceso de adaptación. Éste le permitió la
capacidad de arriesgarse en situaciones económicas, el esfuerzo de sus miembros y el
anhelo de superación. En el texto de Perfume de Cartago se dejan ver los efectos de un
sentido de extrañeza causado por que colectivamente no se creo un espacio similar en
Montevideo, que valiera por Siria. Los personajes no se sienten en su casa en el país, y
complementando el tema del clan árabe, vemos que todos los personajes, usan la casa
como un refugio. Lunita esconde sus manos, siente que éstas son misteriosamente
crecidas “de escondida raíz”. Habían pertenecido a tías, a hermanas de sus tías, a sus
bisabuelas. La razón que Lunita tiene para esconder sus manos; “...habían construido
sustancias sagradas, inenarrables” (P. de C., 1994, 8). Estas sustancias que no son de la
sociedad montevideana, pesan, son inquietantes, no hay que mostrarlas. Lo exótico
mítico, las raíces son borradas y al mismo tiempo buscadas melancólicamente. Hay una
anulación colectiva de éstas, y una persistencia del anhelo individual hacia ellas. Hay aquí
un sentimiento de pérdida. Una sensación de distanciamiento es pasada de madre a hija.
Los personajes de ambas novelas sufren de la discontinuidad natural que atañe a la
inmigración, la interrupción de la línea entre el pasado y el presente. La belleza está en
que cada inmigrante uno pasará el proceso de acostumbramiento del inmigrante a su
manera única, según su etnia, naturaleza y experiencias. También Lunita está enfrentada
a un sentido de extrañeza, con respecto a su bagaje familiar étnico interno, y también
con respecto a la sociedad en lo exterior. No puede recordar. Y ella no es la única que se
siente extraña frente al colectivo uruguayo. También Esterina, su madre, al salir con ella
en brazos de la oficina del abogado, se preguntó “¿qué era ese raro país en que las cosas se
conseguían a cambio de favores personales?”. Jeremías Berro es otro confundido; se
amarga con la situación del gobierno, el intento subversivo de individuos o de pequeños
grupos, dice “Este es un país extraño. Lo que parecería una cosa inminente, desatada
legítimamente por necesidad de justicia, queda estancada por profunda indiferencia de la
mayoría” (P. de C., 1994, 28, 52).
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La casa constituye el refugio de los sueños y la posibilidad de paz. En Perfumes de
Cartago, ésta ocupa un lugar central. Es un retorno psicológico un ritual de duelo y de
renacimiento, que ayuda a restablecer los lazos con la tierra perdida. Como por magia,
Lunita encuentra la llave de la primera casa de la familia en su bolsillo. Gracias a esta, es
que Lunita tendrá acceso a las raíces familiares, a sus antepasados y su interrumpida y
laberíntica historia. Ésta no es la llave de Nem Ankh que Sarzi & Taiano creen representa
la llave de la vida eterna (2010, 78). En la memoria sefaradí, la llave es una llave concreta e
histórica, cuya mención automáticamente retrotrae a Toledo y a la expulsión de sus
judíos en 1942. Éstos se llevaron con ellos la llave de su casa, y pasaron esta llave de los
ancestros de generación en generación. Aún hoy puede esa llave abrir la puerta de la casa
que en el pasado habitaron sus ancestros españoles. Scott ve que “la casa mantiene a las
protagonistas (de Perfumes de Cartago); dedicadas a los quehaceres hogareños y aisladas
del resto de la sociedad uruguaya, marginadas”. Para las mujeres, es el espacio donde
criaron con amor a sus hijos. Pero al mismo tiempo, también les recuerda que por mucho
tiempo fueron prisioneras allí (Scott, 1998, 390-1). En Perfumes de Cartago se percibe la
dificultad de formar matrimonio con hombres dentro de su grupo étnico. Hay un caso de
endogamia; Camila, de la cual se hacen alusiones a un leve retardo, queda embarazada
(P. de C., 1994, 85), y se dice que es de una sospechosa serpiente, o Jeremías Berro. Todo
esto pasa dentro de la casa. Se ve el precio que tiene la idea de Falicov; "es mejor fingir
estar en casa que no estar en casa para nada". Hay un descenso, y dificultad para recrear
el espacio que pueda nutrir los mismos valores de los ancestros José Sus y Nazira. La falta
de contacto con las redes sociales étnicas y espacios culturales, se relacionan con
depresión en las mujeres y violencia en los hombres (Falicov, 2001, 3). Pero de todas
maneras, “convirtieron sus hogares en baluartes de sus tótem ancestrales”, conservaron
relatos fantásticos y artes culinarias y protegieron los baluartes, porque como lo dice
Valverde, “los marcadores étnicos más privados están exentos de la presión social
exterior y son más propicios a sobrevivir a través de las generaciones" (Valverde, 2006,
337).
El trabajo con la memoria en si, es reconstruir interpretativamente una realidad
histórico-social (Samamé, 2003, 58). Porzecanski destaca la huella del pasado en la
memoria familiar colectiva de las minorías judío-siria, ladino parlante, e inclusive, la
askenazí. Se ve el caso de familias inmigrantes y el rol que ésta juega en el proceso de
creación de una nueva identidad en el país que los acogió, Uruguay, Montevideo. Hay
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que construir una nueva jerarquía de memorias preponderantes, y esto implica olvidar a
Siria, dejar de ser árabes. Este olvido se manifiesta tanto en Nazira, su esposo José Sus y
su hija Lidia, en una extraña enfermedad del sueño. Luego de cuarenta y cinco días de
inquieto oleaje, José Sus muere en el barco con una sonrisa en los labios, en el momento
en que debió desembarcar; es un misterio. Falicov habla de una ausencia psicológica a
pesar de la presencia física, un aislamiento emocional del padre o la madre por estrés
(Falicov, 2001, 2). Sus sufre de este estado, y en él es paradigmático, Pero Nazira
también se introduce en "un sueño" del que no sale ya más. Esto es más comprensible
por que es la hora de su muerte. Juntos son una pareja edénica que nunca es
cuestionada, y por eso, ellos parecen pertenecer a otra categoría de personaje, pasados
aunque presentes en el tiempo de la novela. En Perfumes de Cartago el presente se
evapora frente a la aparente solidez de la memoria construida sin éxito. La pérdida de la
memoria, continuidad y raíces en el tiempo, se presenta como un síndrome de la
inmigración; un estado de adormecimiento paradójico. Todos los personajes a su
manera, van detrás de un pasado onírico, persiguen raíces antiguas, y sufren de la
enfermedad del sueño. Y la ciudad de origen, Aleppo, no está en ninguno. No pueden
recordar lo que han aceptado olvidar. La desconexión con Siria consiste en que ésta ha
sido "olvidada", y no queda claro el por qué de la emigración. No es hasta la página 21
que se menciona esta ciudad al pasar. Se dan entonces memorias falsas que llenan de
ficción lo que se busca olvidar, recuerdos no verdaderos como sueños, carentes de
continuidad entre el pasado y el hoy. Mundos que colectivamente hay que olvidar. Por
otro lado, en Memorias de un Inmigrante de Chuaqui, se expresa un profundo
sentimiento hacia Chile, se siente chileno ciento por ciento, pero simultáneamente, hay
un gran equilibrio entre sus orígenes y su presente; “Amando a mi tierra de la infancia,
teniendo muy adentro, fuerte y vivo, el sentimiento de mi raza y anhelando para Siria un
supremo bien de libertad y de dignidad…” (Samamé, 2003, 68). Vimos el caso de Nazira;
una cierta amnesia que despierta sueños intensos. En Los Turcos, pasa lo contrario,
Nahíma es para Chahína, su autora y pariente, un ancestro que está viva en el presente
de la novela, su infancia. Vive en Chile de la misma manera en que sus antecesores lo
hicieron en el país de origen. En El Viajero de la Alfombra Mágica, el tema del amor a los
ancestros perdura hasta que es rota en la tercera generación. Perdura de manera
sorpresiva y polarizada; Bachir y su familia abjuran de sus ancestros en pos de otra
posición social y aceptación en la sociedad chilena, cosa que la final no consiguen
(Samamé, 2003, 60, 68). Por otro lado, en Memorias de un Inmigrante de Chuaqui, se
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expresa un profundo sentimiento hacia Chile, se siente chileno ciento por ciento, pero
simultáneamente, hay un gran equilibrio entre sus orígenes y su presente; “Amando a mi
tierra de la infancia, teniendo muy adentro, fuerte y vivo, el sentimiento de mi raza y
anhelando para Siria un supremo bien de libertad y de dignidad…” (Samamé, 2003, 68).
Por otro lado, para Nazira y las hermanas Perotti, en las novelas de Porzecanski, las
ciudades de procedencia se mitifican sin que se mencione su nombre. Se dice "No habían
sido países sino mundos" (P. de C., 1994, 7). Goldberg dice que los mitos son confirmados,
su nostálgica idealización (Glodberg, 141). Hay entre las dos novelas de Porzecanski, un
total de tres ciudades fantásticas. Bazir es lejana, sustituye una ciudad que falta en la
memoria, una sin nombre. Los saltos entre Ur, el Paráiso Líquido, Bazir y Montevideo,
parecen imposibles de sondar. La inserción de lo fantástico irreal en el ya mencionado
relato es un subtema de los sueños. Dijimos que no se dice "Aleppo", pero todo el tiempo
se habla de Ur. Ur es Aleppo, Siria. Ésta suple la ausencia de este país, llena un vacío, un
silencio del lugar real, y también polémico de procedencia. Silencio elegido, surgido de
circunstancias alienantes de discriminación, de estar en el lado incorrecto de una guerra,
una versatilidad identitaria muy difícil de justificar. Debieron elegir un bando, y pagar
precios. Porque la identificación étnica de los judíos de Aleppo era integrativa y múltiple.
Tan múltiple como lo es la elección de Ur (de Caldea) como ciudad de orígen, que era la
ciudad de Abram, que no era judío, sino que todas las naciones lo identifican como su
padre.
Este tema de los ancestros tiene muchas ramas en Perfumes de Cartago. Los perfumes
proveen una oportunidad para un ritual de la memoria que conecta con los ancestros.
Estos facilitan memorias colectivas ancestrales donde se ven muertos familiares.
Jeremías Berro, a través de su fabricación de perfumes, es un provocador de sueños y de
locura. Es un mago que sabe que hay que efectuar un sortilegio para preparar provocar
sueños (P. de C., 1994, 71), es un provocador de drásticos cambios de conducta, de caos
también, en las relaciones humanas, al facilitar “un desprendimiento de la solemnidad, de las
maneras acartonadas, y una conexión inmediata y secreta con el trasfondo de la tierra”. El mago
es metáfora del inmigrante que se ayuda a sí mismo para congeniar dos mundos. Percibe
un desprendimiento, un no estar y un no vivir en el mundo que abandonó, mientras que sí
lo hace en el ahora de Montevideo. La inserción en el nuevo mundo es provocadora de
admiración, a su manera y gran éxito, usando los perfumes, Berro, llegado el momento,
15
se une a la lucha de los revolucionarios rebeldes en contra del gobierno (P. de C., 1994,
26). Inventa la bomba perfumada tóxica.
Falicov le da importancia a la práctica de la memoria como ritual. La solución se presenta
a través de un narrar, que lejos de ser algo meramente pintoresco, sirve para crear una
narrativa del pasado, investigar los posibles significados y opciones en los inevitables
cambios, y construir puentes de memorias para los hijos. La narrativa ocupa el lugar de
ritual de la memoria, es una manera de reconstruir (Falicov, 2001, 4). Se sugiere que sea
a través de historias que llenen los espacios vacíos: los grupos étnicos producen
narrativas híbridas, que no desafían la hegemonía, sino que dan sentido a la persistencia
de su diferencia cultural. Las novelas de emigración árabe constituyen un depósito de
memoria estética. En las novelas figura la memoria en diferentes niveles. Entre la
biografía de los autores y la ficción del pasado, se establece un diálogo. Hay memorias
ficticias, como las de Nazira, que nunca pudo haber estado en Ur sino en sueños, pero
también las hay reales. Como el recuerdo colectivo de la armada turca, mencionada en
varias de las novelas y común a árabes y judíos ciudadanos del Imperio Otomano. En
Perfumes de Cartago, el recuerdo de ésta, provee un punto clave del cambio de identidad
para Jeremías Berro, el esposo de Jasibe, que carga esta memoria en silencio. Los
motivos de su inmigración son especificados en el texto (P. de C., 1994, 51). Berro se
retrotrae al pasado pensando en como la milicia turca reclutó forzosamente a niños
judíos de 10 a 12 años, que se escondían en el horno aún caliente para no ser llevados, y
se sofocaban. En las novelas árabes-chilenas en que se menciona la armada turca, se lo
hace de la misma manera. Similarmente, en El Viajero de la Alfombra Mágica, Bachir
Magdalani "se negó a enrolarse en el ejército turco-otomano y se embarcó hacia
Sudamérica. En Nahíma, su esposo huye a Buenos Aires para evitar la persecución de la
armada turca, a la cual los jóvenes sirios debían presentarse (Samamé, 2003, 60, 63). Esta
pesadilla es un recuerdo en común que los árabes chilenos tienen con los judíos
orientales.
Lo que equilibra el olvido es relatar eventos de su pasado en su lengua materna con otros
inmigrantes. El relato per se es una práctica que toma el lugar de marcador étnico. Esta
actividad sirve para crear una narrativa del pasado y para dar significado a los cambios
inevitables. En Lunita se da el conflicto de tener que olvidar que ella debería ser algo que
ahora ya no puede ser, árabe. Por que colectivamente se ha tomado otro camino, un
16
transplante en la comunidad judía sefaradí ladino parlante. La flexibilidad y capacidad
cosmopolita de los judíos árabes, es usada para sobrevivir una reinvención y redefinición
de su identidad a través de su parte judía solamente. Se elimina una identidad, de dos
que eran combatientes. Como si no bastara con las dificultades tradicionales del
inmigrante, la comunidad mizrají debe renunciar y elegir caminos. Sacrifica su
versatilidad, su pertenecer al mundo. Los puentes de memorias creados son importantes
para los hijos nacidos en el país de origen (4), se crea así el vínculo con el pasado lejano.
Lunita hace un ritual de memoria al escribir la novela que da vida a los personajes
ancestrales perdidos luego de una ruptura en la continuidad. Surgen en ella de manera
espontánea memorias imposibles, “de lugares radiantes que ahora no puedo recordar” (P. de
C., 1994, 7-9). La capacidad de Nazira ha pasado a ella, pero le llega completamente
vacía. Estas memorias no son suyas, sin embargo, de una manera que racionalmente
parecería imposible, están en ella. Como si fueran memorias genéticas, de la piel. De
todas maneras las recuerda, aunque sólo pueden ser de sus antepasados. Las memorias
se inscriben en los cuerpos, persisten cuando ya se creían, o deberían haber sido ya
disipadas. El lector es llevado a lugares legendarios donde el distanciamiento crea lo
maravilloso (Scott, 1998, 389, 390). Esto anula lo cotidiano maravilloso. El efecto que le
hacen estas memorias heredadas, es inquietante, “... escribo cartas a los espíritus. Lloro” (P.
de C., 1994, 9). Entonces, como testigo de esos cambios, y no siendo la memoria una
máquina de fotos que capte la realidad objetivamente, idealiza el mismo pasado que fue
presente en su infancia. Sus pensamientos son de un ser diferente a los demás, que debe,
en cierta medida, ocultarse. Aquí ya se perfila el tema futuro del ropero. Las memorias
del pasado sirio deben ser olvidadas y encerradas en el lugar de las memorias prohibidas.
Por eso es que Nazira, en sus sueños del Palacio Real de Ur, ve a una mujer con las
características de Shereezade. Esto es el imaginario árabe de los judío sirios de Aleppo y
Damásco, que en su funcionamiento gira en torno a Shereezade y Las 1001 Noches.
Nazira le pide un relato a una esclava que encuentra en un gran salón en sueños;
“Cuéntame una historia ... de esas que tu bien sabes contar”. (P. de C., 1994, 14). No se la llama
Shereezade a la esclava que Nazira encontró en sus sueños sobre Ur, ya que Shereezade
puede ser cualquier mujer de la cultura judeo-siria, y cuanto más posea sus
características, más lo será.
En cuestiones de inmigración se trata de sondear los abismos de las renuncias
identitarias y culturales. Las mujeres judías de la cultura Siria se dedicaban a crear sin el
17
artificio del arte. Nazira ve lugares físicos imposibles que vienen a embrujarla, por que los
inmigrantes son acosados por sus ancestros, no pueden olvidar lo que puebla su zona
inconsciente, lo que guarda su memoria o sueño. La cuestión es pagar el precio de la
pérdida de su pasado, e incorporarse así, aunque de manera fragmentada, al nuevo
ambiente de la sociedad receptora. Similarmente, en Nahima, Chahín narra la historia de
una mujer, su madre. Una vida longeva como relato épico, aventuras, huidas, incidencias,
memorias fantásticas y recuerdos mágicos. Llena de dolor por ser testigo de la pérdida
irremediable de la identidad que la diferenciaba (Samamé, 2003, 62).
Los marcadores étnicos que Valverde menciona y que sobreviven las generaciones
(Valverde, 2006, 337), son lo que Falicov llama los rituales culturales cotidianos (Falicov,
2001, 4). Tomemos la clara presencia e importancia de las artes culinarias en la cocina
que visita Nazira en su sueño. En su lecho de muerte, en Ur, hay una gran cocina donde
los almíbares del damasco retrotraen a jardines milagrosos del comienzo del mundo, un
sabor que se había generado solamente en Ur. En esta ciudad ciertamente que habían
existido los milagros, y a un solo gesto del pensamiento, levantaban altos vuelos las
alfombras. Su nueva inserción en la sociedad montevideana está basado en el comer (P.
de C., 1994, 12, 13, 57). Jasibe cocina obsesivamente en Montevideo manjares de Ur. Hija
de Nazira, casada con el infiel Jeremías Berro, tiene un affaire con el contrabandista de
hijos secos y pasas. Lo erótico a través del baluarte étnico del comer, la liberan como
mujer, le dan a sus procesos personales y de inmigrante un tono pintoresco y muy
particular a ella, la acompaña y decora en su búsqueda de un lugar, por más chico que
sea, en Montevideo. Los rituales culturales les permite a los inmigrantes mantener sus
tradiciones, mientras negocian el precio de la integración en un país que apenas conocen,
y aceptarla como un hecho voluntario, no como algo que se impone desde afuera hacia
adentro. Aunque sólo parezcan ocuparse a cocinar. Es claramente la casa un refugio que
amortigua el cambio brusco al que los inmigrantes están sometidos, les compra tiempo
para poder pasar negociando con las vicisitudes de la vida inmigrante, como lo son
aprender el idioma, criar sus hijos, educarlos, casarlos.
En esta accidentada búsqueda de continuidad, el cementerio es escenario natural de
vivencias, siendo el lugar de los antepasados por excelencia. Nazira finge tener a sus
padres enterrados en el cementerio, y los “visita”, imagina que allí están aguardándola.
Tenemos aquí un ejemplo excelente de práctica de sanación del ciclo de vida
18
(nacimientos, cumpleaños y ritos de pasaje). Pero esta mentira que ella se hace a si
misma, le sirve para “reconstruir momentos de una abrupta separación” (P. de C., 58). Son
las prácticas del ciclo de vida, que afirman el pasado de la familia y de su grupo étnico.
Puede pasar que las prácticas en sí continúan pero los significados originales se han
desdibujado. A éstas se le llaman vacías, pero, toda práctica presente es mejor que una
ausente. Las hermanas Perotti también buscaron algo en el cementerio; de manera
obsesiva buscan el tesoro familiar enterrado. Tantas expectativas ponen en esto, son
llevadas por impulsos que acompañan la búsqueda de un tesoro familiar, llegando a su
vez a su personal locura. Significativamente, el cofre, una vez hallado, contendrá sólo
unos guijarros (F.F., 2002, 178).
Hay un vacío perceptible en las acciones de los personajes. Por ejemplo, en el ámbito
religioso el colectivo ausente lleva a la oración solitaria. Tal es el caso de Alegre Carmona
que se encierra en un pequeño cuarto para rezar y hablar directamente con Dios. Es este
un ritual personal y privado dolorosamente individual que contrasta con los valores de
una religión profundamente colectiva. Carmona pide consejo al Rabino y permanece
quieto y cabizbajo, mirando fijamente su copa vacía entre las manos hasta que el rabino
termina de hablar. Es un fracaso frente al agnosticismo uruguayo, un ejemplo de religión
en crisis, o un ateísmo (P. de C., 1994, 18,93). Carmona pasa de un individualismo
religioso a la nada. Es uno de dos extremos, formar grupos cerrados endogámicos, o
abrirse excesivamente y asimilarse, romper la continuidad; “presionados por el mercado
laboral, dejaban sus costumbres y su idioma, y se casaban con mujeres rioplatenses”
(Valverde, 2006, 337). En el mejor de los casos, el inmigrante encuentra una nueva
comunidad con características parecidas, canciones de parecido negociable. La religión
es un tema que abarca lo masculino; les hace un refugio a aquellos que no entraban
dentro del grupo preferido por los planes inmigrantes uruguayos. Palmira, personaje
folklórico, experta en creencias populares, recibe la mala noticia de que los restos de sus
padres deben ser exhumados para dar lugar a otros, cosa que la conmueve mucho. Busca
apoyo en la matriarca Mai umbandista, figura que sabe todos los secretos del mundo, y
que le trae un mensaje de su antepasada de Angola; “... tu antepasada te protege y te dice...
que ella ya no es esos restos, que ella está viva y entera en otro lugar, en medio de luz infinita...Y que
no te angusties...”. Ella se siente reconfortada (F.F., 2002, 125, 127). Estamos aquí frente a
un ritual literario creado espontáneamente para ese momento específico desolador. Al
no haber continuidad, en la novela no falta alguien que la provea.
19
Vemos que en el procesos de inmigración pueden suscitarse complicaciones, y no falta
en ninguna de las novelas ejemplo de lo que parecerían ser serias patologías que piden a
gritos lo que Falicov denomina rituales terapéuticos. Hay situaciones que vuelven la
pérdida ambigua intolerable, como las migraciones forzadas, que son sin preparación
adecuada. Puede darse el caso de transiciones traumáticas; el encuentro con el racismo y
un duro clasismo (Falicov, 2001, 6). El sueño que lleva a la muerte a José Sus en Perfumes
de Cartago, desde la ficción que es, puede estar representando una emigración
precipitada e involuntaria. En la terapia, a través de un ritual de preparación, la persona
revierte el tiempo y se prepara para la emigración, como si aún no hubiera inmigrado y
en el pasado hubiera tenido el tiempo para eso. Así se permite un control mayor y se
alcanza y se llega a una concesión interna con la realidad (Falicov, 2001, 6). En otro caso
puede darse que los miembros de la pareja y de la familia se polaricen en lo que respecta
a la experiencia de la inmigración; que uno quiera irse y el otro quedarse, que uno aprecie
y el otro critique los cambios. En el ritual de oscilación mencionado por Falicov, la familia
se polariza, los miembros de la familia y de la pareja en particular, se dividen y se asignan
polos opuestos. Uno quiere quedarse y el otro irse, uno idealiza el nuevo lugar y el otro lo
denigra, uno es optimista y el otro pesimista. Sus sufre una extraña muerte por que no
puede volver realidad lo soñado y al fin el sueño gana, y el sueño lo mata. Es sacado de su
elemento y no puede usar estrategias nuevas para adaptarse a él. En una pareja no
literaria, sino real, puede tratarse esto a través de ciertos ejercicios terapéuticos. Así
aumenta la empatía de cada uno por la posición del otro. Esta movilización suplanta al
clima de parálisis que crean las polarizaciones rígidas.
El testimonio a través de la narración puede ayudar en casos en el que el problema
identitario se transforma en una enfermedad o en algo deforme y monstruoso. Esto pasa
con el tema de la voz. Ésta es silenciosa porque más que de testimonios formales, se
trata en ambas novelas de Porzecanski, testimonios silenciosos, sofocados, que suceden
ternamente. Por ejemplos, la voz de Sherezade relata y es diosa creativa cuyos ojos eran
cavernas iluminadas, pupilas huecas que se adelantaban para tragarla, y su “voz resonaba
extrañamente en la sala del palacio con múltiples ecos” (P. de C., 1994, 14). Nótese, de un
palacio ficticio, no de un espacio real. Desde otro exilio llega la voz de Celestita, que al
leerle a las Perotti “se iba volviendo diferente a medida que avanzaba en la lectura” (F.F., 2002,
102). Esta voz es la voz ancestral. La voz de Celestita se transformaba, siendo esto un
fenómeno colectivo por que Clelia y Zulma Perotti también percibían la transformación
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de su voz “con extasiada sorpresa”, por que la voz sonaba como si perteneciera a otra
persona, y como alguien que “hablaba de otros sitios, y leía el mundo con amorosa minucia. Era
la voz de otro, de otra, ... alguien que ninguna de nosotras se atrevía a nombrar (F.F., 2002, 103).
Las memorias se comportan como un genio de la lámpara, una fuerza impredecible que
tiene autonomía propia, que se oculta, y luego viene con fuerza, pero siempre a su
antojo. Esto se suma a la falta del control general del inmigrante, que lidia con un estado
interno de polarizados abismos.
Es aquí el momento de la deformación; el tema del ser anfibio ligado a la idea de
continuidad. Este caso de polarización (Falicov, 2001, 6) y oscilación sucede en
Felicidades Fugaces, pero no dentro de la pareja como destaca Falicov, sino dentro de
una misma persona, el inmigrante. Propongo que la metáfora del anfibio puede usarse
en un sentido general, en toda situación que contenga división identitaria. Por eso digo
que la colectividad judío-siria es anfibia, a pesar de que las circunstancias la obligaron a
vivir en un sólo elemento, olvidando una parte de sí misma, lo multiétnico, en una
situación sin solución. Sumado a esto, el inmigrante es también un anfibio, un hombre
entre dos mundos. Todos los personajes, no sólo las hermanas Perotti, son de una
manera u otra, habitantes de estas ciudades fantásticas. Esto indica a una incapacidad de
pertenecer a un solo mundo, un escape a otro elemento a través de la fantasía y los
sueños, una falta de adaptación al país. El anfibio es una deformación asentada en la
realidad, capta un cambio de identidad que debió darse en la comunidad alepina. Pero
por esta razón, Sus es completo en su esencia, no pasa por el fisurarse del inmigrante. No
es inmigrante, no tiene doble naturaleza. Pensemos en Nazira y José como pareja.
Esto es por que ha perdido control en la unificación de si misma. El problema identitario,
si no es entendido correctamente, se agrava, se interpreta inadecuadamente, y es
tomado como una enfermedad. Los personajes de Felicidades Fugaces son
repetidamente anfibios. Presentan divisiones en la identidad. En el texto, se insinúa que
las hermanas Perotti son sobrevivientes míticas de un Paraíso Líquido. Ellas se preguntan
que habría sucedido con aquel Edén, con las terrazas floridas y colgantes de Bablilonia
(F.F., 2002, 188). Más en lo patológico, Violeta Estrugo es también anfibio por guardar en
el ropero de su memoria imágenes imposibles y lejanas de padres europeos, quizás
simplemente personas imaginadas vinculadas a ella por asociación colectiva. Personas
que pasaron los horrores de la Segunda Guerra Mundial, pero que de una manera vaga o
21
muy reprimida, son sus ancestros. El tema de lo anfibio comienza a desarrollarse a través
de la historia del comienzo de los tiempos que cuenta la esclava Sherezade en Perfumes
de Cartago. Una historia de un mundo feroz, poblado de reptiles. Dios, (aquel que no se
nombra) instó a uno de esos reptiles, a dejar su vil forma... a volverse humano. Ahora
Violeta hace esa misma transformación, pero en dirección opuesta, en involución. Se
transforma en un reptil, “su piel ahora era la de un anfibio, cubierta por delicadas escamas
perladas” (F.F., 2002, 153). Pánico apagado. La razón de esta metamorfosis, la malsana
relación que tiene con el armario del pasado donde se organizan sus memorias. No es de
extrañar que Violeta niegue sus heredados recuerdos, ya que éstos son muy duras;
imágenes incompletas de casas vacías, cuyos habitantes sufrieron posibles secuestros
colectivos en segundas guerras mundiales. El ropero de Violeta es uno que esconde los
terrores de lo ancestral histórico, memorias que deben enterrarse (F. F., 2002, 56-59).
Violeta tiene el problema de una que ha querido olvidar su propia historia. El hoy es para
ella “una investidura no realmente congénita, ni constitutiva y que ... nos inventa...” (F.F., 2002,
35, 37, 39). Se continúan mencionando anfibios en el texto; por ejemplo, el pachulí, tiene
el efecto de inventar mundos “casi anfibios” donde las mujeres reptan (P. de C., 1994, 14,
72). Esta imagen es verdaderamente extraña, posiblemente mujeres castigadas. Otro
ejemplo es el de Clelia, una de las hermanas Perotti, que atribuye los paraísos reales, las
felicidades sólidas, a un lugar que se asemeja mucho al Paraíso Líquido, donde “habitan
anfibios de mentalidad lúcida y de humanidades pretéritas” (F.F., 2002, 179). Anfibios aparecen
en los sueños de Celestita, “aparecían rostros deformados- mitad personas, mitad lagartos- que
eran capaces de hablar y de gesticular. Aparecían máscaras con los ojos vacíos...” (F.F., 2002, 84).
Narra lo que posiblemente sea la transformación de humanos en reptiles. En el Paraíso
Líquido, los habitantes son sobrevivientes de un anterior Diluvio universal y desarrollaron
cuerpos anfibios para poder respirar y hacer de nuevo una civilización (F.F., 2002, 159).
Celestita en un insomnio imagina a las hermanas Perotti pertenecientes a una secta
secreta de sobrevivientes, a causa de su capacidad para la esperanza, la ilusión, la
imaginación, y todo a sus ochenta años de edad, además de el éxito de haber llevado
adelante vidas razonablemente normales, por haber resuelto problemas corrientes y
mundanos como lo es la la limpieza de los armarios (F.F., 2002, 180).
En Felicidades Fugaces hay una narrativa de la separación; el tema de las partidas y los
encuentros. El padre de Celestita que es viudo, se va, dejándola en manos de la mejor
22
madre sustituto posible para lidiar con la ausencia de raíces; Palmira. Él sufría una
condena, la de “atarse a un peñasco, a un tierra, la propia, y enraizarse, para descubrir luego
tardíamente que la cuerda comienza a acortarse y apretarse en torno al cuello, y provoca una rara
asfixia difícil de explicar” (F.F., 2002, 16). Durante las prácticas de la reunión, la familia
separada por la emigración se reencuentra y celebra. Las partidas y reencuentros crean
falta de claridad en los roles familiares. La novela comienza con los recuerdos que de su
padre tiene Celestita. Falicov menciona el caso real de una ausencia física a pesar de una
simultánea presencia psicológica. Él está ausente físicamente a pesar de que Celestita lo
tiene presente en lo psicológico. Falicov menciona casos no literarios en los cuales el
hombre se va y la mujer pasa a ser la jefa de la familia monoparental. La abuela puede
tomar el lugar de madre y trozos complejos de historia personal no pueden ser ya más
compartidos (Falicov, 2001, 1, 7). Todo esto le pasa también al personaje literario
Celestita. Su padre vuelve a ser joven de repente y se va detrás de un sueño, juega la
carta del arte, se hace cantante. Un día se marchó en pos de su sueño y las dejó a las dos
(F.F., 2002, 14, 16), llevándose sus raíces y con él, en cierta medida, las de su hija. Hay un
corte, una búsqueda aún de destino. A Celestita le falta conexión con lo heredado a
través del padre, un vacío que ella llena observando los problemas que los demás
personajes tienen con este tema, y hasta juega un rol en unirlos con su pasado. El viaje es
metáfora de vida, y el arraigo lo es de asfixia. Celestita es una joven que a pesar de lo que
le toca cargar, no es para nada propensa a la tragedia. El potencial de la melancolía está
ahí, en el caso de ausencia física y de una posible ida sin despedida, se prolonga la
continuación de la espera sin regreso y sin cierre. El personaje ficticio y el paciente real se
superponen. Durante prácticas del ciclo de vida; lo que puede ser un cumpleaños para
Celestita o la fecha de la ida de su padres, se sugiere la construcción de un altar privado
familiar que pueda facilitarle una conexión con él, como si hubiera muerto (Falicov, 2001,
7, 8). Palmira es huérfana de padre y madre y es aficionada a este tipo de prácticas.
Hacen un ritual de umbanda, ambas beben por los ancestros, y por la protección "de
todos aquellos muertos tan sabios” y celebran que están juntas…" (F.F., 2002, 119, 120).
Encuentran paz dónde antes no hubiera habido ninguna.
Falicov propone la narración como terapia a muchos problemas relacionados con la
inmigración, ya que esta puede unir los acontecimientos del pasado con los del presente,
sorteando ambos lados de un abismo entre tiempo y espacio (Falicov, 2001, 7). Las
novelas y los personajes son sin lugar a duda ficticios. Pero aunque los personajes no
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están sujetos a los mismos problemas que los inmigrantes que trató Falicov, puede
decirse que las novelas contienen micro testimonios, ficticios si, pero que no es
inverosímil que sucedan parcialmente en casos reales de inmigración. Los personajes de
las novelas de Porzecanski pasan, de una manera o de otra, por un proceso de formación
de identidad uruguaya. La profundidad de las novelas de Porzecanski y las estudiadas por
Samamé, se debe a que están muy presentes en ellas las vicisitudes a las que se
enfrentan los inmigrantes. Están expuestos a circunstancias personales y colectivas que
reinterpreta la experiencia de pérdida ambigua.
El tema de lo ancestral, metaforicamente, se abre y se cierra con una llave, que abre la
puerta de la casa donde vivieron las integrantes de la familia. En Felicidades Fugaces, el
objeto mágico es un manuscrito del espíritu Domínguez que es desperdigado por el
viento. Ambos objetos terminan en el mar del olvido. Pero de repente aparece otra copia
del manuscrito de Domínguez, ahora en manos de Celestita. Se rescata el manuscrito
que contiene los secretos de Bazir y cómo convertir lo fantástico en cotidiano. Extraño
juego de esperanzas, en un ir y venir, en un vértigo temporal. La discontinuidad reina,
pero se presentan paradojas y milagros que obligan hacia delante. El fin de lo colectiva
que afecta a Celestita en lo individual es temporal. De alguna manera abstracta se
soluciona un proceso no nombrado en Celestita. Parece cesar un conflicto sin tregua de
falta de raíces. Pero no hay fin a esto. Lo nuevo puede darse sólo luego de un acto
volitivo de sortear abismos y de querer comienzos.
Las conclusiones que pueden extraerse de este estudio son; que las siete novelas
mencionadas, por ser gran parte de los personajes de procedencia árabe, ninguna de
ellas puede obviar el tema del pasado familiar remoto. Las familias inmigrantes árabes,
ya sean judías o cristianas, crean una nueva identidad nacional, y vemos que todas, sin
perder el concepto de lo individual, lidian con el obstáculo de la pérdida de continuidad
en la herencia familiar ancestral para crear esta nueva identidad. Todas las novelas
mencionadas tratan de la obligación que sienten las personas de conocer y tomar en
cuenta su pasado para poder ser nuevamente. La memoria narrativa es la manera de
retraerse al pasado. Por esta razón, se revisa exhaustivamente la memoria. Así que hay
un pasaje a través de la memoria colectiva que es determinante, tanto que todos los
personajes lo consideran profundamente. La armonía resulta del éxito y un gran
malestar, culpa, monstruosidad y hasta locura, del fracaso de congeniar la memoria de lo
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heredado, con la nueva realidad del transplante en otra tierra. El salto se percibe como
abismal cuánto más alta sea la valoración emocional del material del pasado.
Simultáneamente a aceptar su nuevo entorno y los valores del país receptor, el
inmigrante árabe de principio del siglo XX ha sentido que debe ejecutar la doble acción
de recibir y de perder la memoria heredada de sus antecesores. Esta le es necesaria para
ser, y luego deberá perderla para poder ser el nuevo ser. Por que bajo esta perspectiva,
ser el nuevo ser es un dejar de ser el viejo. Posible camino de futuras investigaciones sería
comparar de qué manera sucede la inmigración en un mundo transnacional, utilizando
las películas cinematográficas sugeridas por Tal. El grado de la pérdida estará
determinado por el diálogo del inmigrante con la sociedad mayor y su grado de
nacionalismo. Por ejemplo, el proceso nacionalista de principios de siglo XX en Chile, es
diferente que el que sucedía en Uruguay. Casos abiertos de discriminación se ven en el
primero, mientras que en el segundo, el estado, no siendo coherente en los hechos con la
discriminación que tan bien pone por escrito, permite la entrada de los indeseados, luego
de lo cual, la expresión discriminatoria de los ciudadanos no se da, sino de una manera
silenciosa, no expresada. No se mencionan en las novelas casos de discriminación a los
inmigrantes, quizás se deba esto a que el porcentaje de inmigrantes dentro de la
población uruguaya es mayor que el de Chile.
Así es que el grado de la pérdida de las raíces varía. La memoria se presenta en forma de
abanico. Las pérdidas, como fue dicho anteriormente, son ambiguas, no como la muerte
si hay caminos de regreso. Por que hay memorias que son simples recuerdos de un país
que no está del todo perdido, como lo es Siria para un árabe cristiano, que sabe que
puede volver, y hacer del pasado su presente. Este es el caso de los personajes de las
novelas chilenas, Nahíma, Aziz, Garib, todos pueden retornar a Siria, hasta de manera
real y física, de quererlo, y de hecho esto se hace. De cualquier manera, la pérdida es
menor si no se renuncia internamente a ser lo que uno es. El grado de renuncia estaba en
relación positiva con el de la adaptación. Cosa que los árabes de las novelas no hacen, o
si, pero corrigen sus errores, vuelven sus pasos hasta unificarse en su naturaleza, de
manera única, me animo a decir, no como otros grupos de inmigrantes a ambos países,
Chile y Uruguay. La pérdida del inmigrante, dice Falicov, no es como la pérdida que
ocasiona la muerte (Falicov, 2001, 1). Pero, si observamos detenidamente, hay algunas
que se le acercan mucho. Como una realidad, desconectada a través de una oposición a
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lo que uno mismo es. Dejar de ser árabes. En el caso de José Sus, para él si es la muerte.
En el caso de lo que fue el judío árabe, más allá de sus sentimientos personales,
perteneció a una colectividad que debió cambiar sus caminos, y dejar de ser lo que es,
árabe, y siria, como lo dice Lunita, desaparecer. Éste tipo de memoria, es paradójica, y
fisura la identidad tanto general como nacional, de manera profunda. Para lograr
elaborar esto, es necesario un cambio de forma. El inmigrante será mitad y mitad, dupartito.
El establecimiento del estado de Israel, no permite ya la vuelta a Siria, más aún,
buscan otra definición, otra agrupación, la de sefaradíes. Esto es algo que dificulta el
proceso de formación de la nueva identidad del país receptor, Uruguay. Por ejemplo, las
dos matriarcas Nazira y Nahima divergen en que la primera sueña en mundos ficticios y
míticos, exilada para siempre de Siria, mientras que la segunda, recuerda y honra en ella
sus raíces que no perdió en un continuo recordar. Los personajes de las novelas chilenas
hasta vuelven físicamente a Siria y se adueñan nuevamente de lo anterior y
temporalmente perdido.
Es esto un abismo identitario donde se desdibujan los contornos, y se recurre a la
imaginación, a los perfumes, a la literatura, al relato, a las artes culinarias. Convergen en
ambas etnias las prácticas cotidianas del cocinar, del relatar y el uso de perfumes. Al ser
la memoria un factor, la fantasía y la ficción son olvido, resultan en límites difusos entre
la objetividad histórica y la ficción. En Lunita, esta interrupción de la tradición familiar,
provoca un corte entre el pasado y el presente, que ella soluciona a través de prácticas
que son, curiosamente, en todo compatibles a las sugeridas por Falicov, destinadas a sus
pacientes inmigrantes, para nada ficticios. Lunita no toma el camino de buscar la
solución sin solución de la forma anfibia de dos elementos, que según el caso puede ser
una patología psicológica. Para esto ella debió trabajar con su pasado ancestral, con su
memoria, y la visita a la casa es el laboratorio donde esto se hace posible. Felicidades
Fugaces es el closet de memorias de Celestita. Ella sin tener memorias, de una manera
más abstracta que los demás personajes y con la ayuda de las Perotti, que muy bien
supieron limpiar su armario, resulta exitosa en esta empresa herculeana colectiva. La
memoria de lo ancestral reprimida, si es encerrada en el closet del olvido de manera
desordenada, con descuido, puede llegar a provocar una división, una leve locura, una
regresión a un ser involutivo, primario, infantil, un estancamiento de la metamorfosis, o
un no poder hacer procesos.
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Curiosamente, tanto los inmigrantes de Falicov, como los personajes de las novelas
concuerdan en la preservación de los rituales culturales tradicionales. Estos ayudan a la
adaptación al nuevo país, preservan continuidad e identidad familiar, y permiten una
manera de vida que une lo concreto con lo metafórico, crean puentes entre el pasado, el
presente y el futuro, y suavizan las contradicciones implícitas en las pérdidas ambiguas
de la migración. Proveen un desmedido apoyo en un punto de la línea del tiempo, que
luego se desvanece. En el colectivo de la sociedad receptora se deciden los parámetros
de aceptación del ser árabe, es cocinar, relatar, bailar. Los marcadores étnicos les han
sido estipulados desde el exterior. Estos mitigan los golpes que fragmentan la identidad,
mientras que al mismo tiempo decoran este proceso de disgregación, dándole un toque
pintoresco al proceso individual y colectivo como es visto en lo cotidiano de la vida, y de
paso, llega hasta influenciar a la sociedad receptora. Y para dejar de ser lo que
colectivamente fueron antes, basta dejar el arte cultural, lo culinario, renunciar a los
perfumes en favor de los olores rancios de una ciudad verdadera. Que toda actividad sea
sólo una actividad con el propósito biológico del subsistir. No un cocinar para ser, sino
que su objetivo sea pura y exclusivamente alimenticio. Así es que se deja de ser árabe; no
hablar nunca más del lugar de su procedencia, olvidar. En un acto cuya naturaleza es
difícil de definir; puede ser despecho por el otro, un acto de superioridad frente a las
dificultades que la vida enfrenta, una acción de profunda fe y convicción en su capacidad
de supervivencia, Lunita se despega de sus memorias, por que éstas pesan, la
determinan inconscientemente a ser ella también fantasma. Esta rebelión que consiste
saber que en la vida el cambio lo es todo, que el avance hacia delante , la inestabilidad y
el equilibrio son lo mismo, lleva a un borrar de todo rastro del pasado, tirar las llaves del
pasado al mar, desperdigar un manuscrito único e irremplazable al viento, es como un
quemar las fotos familiares. Se pone fin a estos objetos como amuletos, y se comprende
que todo lo necesario ha sido incorporado ya, se los deja atrás, y también afuera de la
nueva definición nacional, sin que esto ocasione conflictos. Se dejará de ser los
antepasados y se empezará a vivir como una misma, con confianza en la vida en el nuevo
país, y en un sentido general, la vida. Esto representa una liberación, es la verdadera
continuación dentro de los avatares y vicisitudes que individual y colectivamente se
presentan.
La pregunta final del inmigrante es sobre el presente, el pasado siendo paso necesario
para contestarla. Esto es exactamente lo que le dijo Palmira a Celestita sobre sus raíces.
27
Lo que se busca, es continuidad entre el pasado heredado y el futuro posible y querido,
una síntesis que resuene sentido en su interior. Este presente debe ser uno en el que no
estén en contradicción lo magnífico heredado y lo cotidiano como banal en el ahora, sino
que sea compatible con una proyección de si misma hacia un futuro deseado, y además
elegido por ella. Lo que antes era banal puede ser ahora maravilloso. Esta negociación
entre un legado, y el proceso de identidad en el presente, determina la calidad de su
vida, psicológica, emocional, y resulta en un verdadero acto artístico de creación de si
misma.
Amade José Sarzi, Camooverde Leonor, Taiano, “Perfumes de Cartago: Diálogo entre
las Raíces Extranjeras y la Búsqueda de una Identidad Uruguaya”,
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29
El inmigrante es como un niño que nace pegado a su gemelo por el cuerpo. Cada inmigrante
debe ejercer el rol de su propio cirujano, que decide por dónde serán separados, si ambos
moriran, o si uno, y cual de ellos quedará con vida. Cada uno debe participar concientemente en
un proceso que es al mismo tiempo natural y mecánico. Siguiendo el ejemplo del artista que elije,
destruye, y crea a discreción. El objetivo es alquímico; que surja lo nuevo de la sustancia original.
El inconciente es vertido como un líquido a la fragua de sus manos. La memoria es un obstáculo.
De repente, recuerda lo enterrado, y luego en un instante, pierde lo que más atesoraba.
El hombre que emigra es como alguien que hundido en el agua, u otro elemento, respira dentro
de él. Se hace así capáz de vivir en dos elementos, aunque en algunas instancias le parezca que
no puede sobrevivir en ninguno. Si mira para atrás, ve hombres que caminan sobre la tierra, si
para adelante y le hablan responde con voz de pez. Si cambiara de opinión y quisiera volver atrás,
podría aún hacerlo, ya que tiene aún piernas, que le son inútiles en el mar. Al llegar al agua
aprendió el lenguaje de las criaturas marinas. Si tiene suerte tendrá la cabeza de un hombre o
una mujer, y sólo la voz de pez. Pero los menos afortunados, sufrieron en la transformación y
terminaron con cabeza de pescado. Esto les da la capacidad de comunicarse con los peces en el
agua, pero no pueden seguirlos, ni ser parte de ellos, ya que sus piernas se enredan como algas a
causa de la corriente, haciendo completamente imposible el movimiento.
30
Utilizable
Él es todo sueño, pero no uno que se pueda volver realidad, sino uno paralizado, como el
Endimión mitológico que sufre una influencia lunar.
Entre los recuerdos de la madre de Lunita hay un hombre mayor alepino que se ha ido de
su presente. Es Zaquím Salam, que conoció a su padre. Un ancestro vivo. La importancia
de éste es la de uno que estuvo en contacto directo con sus antepasados. Como si fuera
él mismo uno, pero vivo. La madre de Lunita, va con ella en brazos, para pedirle
protección, ya que era “paisano de su padre”, José Sus. La protección que éste le da es
trabajar en su prostíbulo. No siendo ciega a la desgracia que encierran otra posibilidades
(ser la amante de un abogado), Esterina se siente muy protegida con este acto, “Dios lo
libre y lo guarde”, y tiene por él un afecto especial (P. de C., 1994, 37).
La novela de Chuaqui, Memorias de un Inmigrante. Resumen.
Ruptura – (Falicov, 2001, 2,3) Lo que la caracteriza es un desarraigo de significados que
sucede a nivel físico, social y cultural. El concepto de desarraigo es equivalente a su valor
botánico; la casa creada en el país nuevo, las conecciones que mantiene con su
comunidad de orígen y las tradiciones e identidades que transmiten a sus hijos, sería el
residuo de la tierra que queda pegada en las raíces y que el inmigrante transporta
consigo.
El valor que tienen los rituales terapéuticos, en este caso el de incluyen la construcción de
una narrativa de ponerse al día con los sucesos transcurridos durante la separación. Así
integran el pasado con el presente y refuerzan los vínculos para todos (7,8).
Los rituales de sanación acompañan la inevitable aparición de las transiciones del ciclo de
vida. Los cambios de la vida, como casamientos y muertes, marcan transiciones de la
familia. En el caso del os inmigrantes, estos cambios producen nuevas pérdidas
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ambiguas, la más común, el divorcio, o la muerte de un miembro de la familia. Estas se
acumulan sobre las pérdidas de la inmigración. En estos momentos, el inmigrante se
cuestiona sobre la decisión de emigran preguntándose nuevamnete sopbre su lugar de
pertenencia. Los rituales terapéuticos de sanación pueden incluir la creación de
ceremonias, en caso de muerte pueden hacerse misas, creación de altares privados con
velas, crear algún ritual de conexión con la familia de la persona fallecida o cualquier
mensaje que simbolice que el amor es en realidad, transnacional. (8).
Efectos de los rituales espontáneos y terapéuticos:
Traen alivio a personas en situaciones complejas
Crean y mantienen comunidades
Son catalizadores para pensamientos y la acción
Crean significados estables em medio del cambio
Compensan por las pérdidas
Expresan los dos lados de la ambigüedad, conexión desconexión, ganancia
perdida.
Como trabajo terapéutico la autora propone:
Obtener una narrativa de la migración
Considerar las conexiones entre países y partes de la familia. La importancia uqe tiene el
país de orígen en el procesos de inmigración (Aleppo).
Explorar los significados positivos y negativos de la migración para cada miembro de la
familia.
ni lugar ni segmento de tiempo designado especialmente para marcar la transición. A
falta de rituales, surgen ciertas prácticas, conductas que surgen del poquito de tierra
proveniente del país donde sucedió el transplante. Estas prácticas promueven la
continuiad en medio del cambio (Falicov, 2001, 2, 3).
Ejemplos son, visitas, envíos de dinero, de mensajes en forma regular. Hay otro tipo de
ritual que es el de recreación.
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Preguntar acerca de la emergencia de rituales espontáneos.
Co construir rituales terapéuticos apropiados.
(usar en articulo de Falicov) de la siguiente manera.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
De él se pasa a Jeremías Berro, con características de sefaradí ladino parlante. Esto
significa una excesiva metamorfosis, una dura negociación con la amnesia impuesta
desde afuera para ser.
I- Rituales Espontáneos
I- A estas, Falicov llama rituales espontáneos. Los inmigrantes que cortan lazos se
desligan y desritualizan las conecciones son los que manifiestan más síntomas clínicos
(Falicov, 3). Puede surgir un problema frente a la ausencia de rituales espontáneos en
familias fragmentadas por la partida de algunos miembros.
1- de conexión: cartas, contactos de antes. No hay ejemplos.
3- de la memoria
4- culturales tradicionales
4- Falicov menciona cuatro rituales culturales tradicionales; de ciclo de vida, cotidianos,
religiosos, de salud y de cura Floklórica (Falicov, 2008, 4).
a- de ciclo de vida
b- cotidianos
c- religiosos
d- de salud y cura folklórica
II- Rituales terapéuticos
1- de preparación
2- de testimonio
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Es necesario comprender la calidad de un silencio que percibo en las novelas de
Porzecanski. Se formó una alianza con los sefaradíes ladino-parlantes, a través de su
común dedicación al sionismo. Según mi lectura de la literatura histórica, hay un sólo
personaje masculino absolutamente alepino; Zaquím Salam. Según Bejerano, los judíos
sirios, no tenían una sola etnia, sino múltiples identificaciones étnicas. Zaquím Salam es
buen ejemplo de esto. Sobre las múltiples étnicas vemos que Salam es judío, por que cita
del arameo y hebreo, dice “mazal”, dice “los nuestros” pero ahí ya podría ser que no
estuviera refiriéndose a los judíos sino a los sirios. Me parece un personaje multiétnico,
no tanto por las mujeres que él elige para proteger, sino más por las que aceptan
agradecidas esa protección (Porzecanski, 1994, 29). A Esterina le dice que las muchachas
más solicitadas eran sirias, “como ella” que hablaban el francés, o también francesas de
padres sirios. Como si fuera un microcosmos de la sociedad, la funcionalidad del bordel
indica un armonía entre los grupos sociales.
Los otros personajes no llegan a captar la característica multiétnica como él. Jeremías
Berro (P. de C., 1994, 51), no me parece absolutamente alepino. Hay un cambio en la
etnia del nombre, es este sefaradí ladino parlante. Esto, y el compartir memorias de la
armada turca con esta comunidad, le dan características anfibias, mientras que está
inserto en un matriarcado que si, es alepino. Así pasa también con el tema del cambio
identitario colectivo de árabe a sefaradí de la comunidad judía oriental.
Domínico Fagundez fue habitante de Bazir. Extraño país del que no se habla el de
Domínguez. Bazir, La Ciudad de los Iluminados, es la ciudad ancestral en Felicidades
Fugaces. Colectivamente, la gente no acepta la idea de que ni Bazir ni sus habitantes
existen. Celestita se ve inmersa en este relato escrito por el espíritu Domínico Fagundez.
Fagundez es un muerto que se presenta colectivamente en los sueños de gente, siendo
Celestita receptora de estos sueños y una sabia expectadora guiada por este espíritu
(F.F., 2002, 187). Un espíritu sabio de otra constelación que no muere, sino que se vuelve
invisible, pasando de un lugar a otro. Describe el mundo en toda su extensión, como si
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este fuera interminable y fabuloso. Fagundez defiende la existenica de Bazir de la
siguiente manera; si mi existencia es innegable, y yo digo que viví en Bazir, entonces no
es cuestionable la existencia de esta. Porque él la recuerda “sus plazas doradas con sus
fuentes cuyas aguas arremolinadas se hacían inmediatamente pensamientos” (F.F., 2002, 85, 86,
155-157). Lo que los inmigrantes traen consigo desde su país de orígen y aún juega un rol
en su vida, se encuentra allí. De allí vienen personas que han sido desarraigados, estos ya
no tienen orígenes.
La fuerza de lo ancestral en las novelas se asemeja a un mar. El presente incita al
inmigrante al olvido de su país original, porque se trata de un recuerdo problemático,
pesa, debe ser congeniado con el presente. En el artículo de Valverde, el tercer subtítulo
me parece extraño, “El Tótem Habla” (Valverde, 2006, 340). Si es con la voz ancestral,
entonces es un trabajo herculeano. El que ha heredado lo ancestral, este le pesa, siente
el pasado en un llamado interno el cual puede ser escuchado, no acallado. El precio del
silenciamiento es la enajenación, una no pertenencia. Se trata de algo que si no es
escuchado, grita, si es sometido a la represión racional, embruja. Es como si se ocuparan
de olvidarlo, y de mantenerlo escondido, en un lugar dónde sólo se permiten mirarlo con
el rabillo del ojo. Así Puede decirse entonces que en